Revista Educación

A vueltas con la imputación (escenas de teatro del absurdo)

Por Siempreenmedio @Siempreblog

16 enero 2014 por JLeoncioG

Hace algunos días manifesté en este blog que ‘siempre está en medio’ mi opinión por “el descontento” de la hija de Juan Carlos de Borbón, Infanta de España, llamada Cristina, porque el juez Castro la había imputado por dos delitos relacionados ambos con temas de dinero, a raíz de los manejos de su esposo el -otrora- novio de España (por yerno ejemplar, por guapo, por deportista, por simpático, por tener apellido vasco, por ser Duque de Barcelona, por tener hijos de anuncio, porque le quedan bien los náuticos en Mallorca, por ir a misa, por estar a la altura en centímetros del príncipe, por su sonrisa más simpática que ná) Iñaki Urdangarín.

Es la segunda vez que el magistrado lo hace; la primera de ellas quedó en agua de borrajas y se disolvió como un azucarillo en el café, después de que por una razón u otra se levantara esa imputación. No soy leguleyo, y es verdad que se me escapan las circunstancias, y no puedo argumentar si la liberación del cargo fue apropiada o no.

Ahora, el juez percibe de nuevo indicios de delito, y formaliza otra imputación. La reacción de la supuesta delincuente es la de “no recurrir” y declarar y su abogado Roca ha añadido “que la hija del Rey confía en que, una vez haya prestado declaración en calidad de imputada dentro del caso Nóos por un presunto delito de blanqueo de capitales y fraude fiscal, “habrá quedado todo muy definitivamente aclarado”. así: muy definitivamente.

Pero además de tener que aguantar el desafortunado sarcasmo de ese comentario los españoles hemos tenido que ‘sufrir’ cosas como el famoso “no está contenta”, o las recientes declaraciones del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, en las que dice que “se debe evitar” el paseillo de la infanta frente a los juzgados, en un afán de que tan ilustre persona no sufra algo así como escarnio público.

La cosa no queda ahí, sino que continúa esta película grotesca con la aparición ahora del fiscal anticorrupción de Baleares, Pedro Horrach, enmendando la plana de nuevo al juez y saliendo “al corte” de la supuesta defraudadora. Dice el “acusador público” que posiblemente se caiga en el juego de juzgar “reproches éticos” en lugar de verdaderos delitos.

A todo ello se une la persecución que en Suiza hacen algunos medios de comunicación de la hija del rey y de su marido, como si en esas ella se fuera a dar vuelta hacia la cámara y decir algo. Me parece lamentable, tanto por los medios que abundan en esto, dándole un protagonismo basado en la culpabilidad antes del juicio, como de los administradores de la justicia pusilánimes ante las decisiones de ellos mismos, como de los ministros “acojonados” frente a la institución real, como de los propios presuntos delincuentes de apellido ilustre y dádivas reales.

Y el exnovio de España se está quedando en el chasis y deambula cargado de bolsas con un gorro homeless, y a la hijísima se le ha puesto una cara de mala leche del demonio, y el juez Castro empieza a ver que igual tendrá que pedirse excedencia, y el fiscal de Baleares aplaude con las orejas su minuto de gloria, y Gallardón ya está buscando un coche con las lunas tintadas y una plaza en el aparcamiento subterráneo del juzgado de Palma, y el Rey -que no se ha roto nada hoy- repite una y otra vez “perdón no volverá a suceder”, y la reina prepara las tostadas para el desayuno, y Letizia diciendo “joder con la cuñada, no hablan sino de ella en los medios”, y la otra infanta no está ni se la espera. Y Felipe, Felipe dice, entre que se deja la barba y no: “vaya tropa”.

Y mientras, medio país celebrando que a Cristiano Ronaldo le han dado el balón de oro.

This is Spain.


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