Revista Toros
La Tauromaquia y El Arte*¿Quién es quién?
Ahora que los toreros son artistas, o sea, funcionarios de cultura, estaría bien por parte de los que se consideran periodistas, los cuales supongo alguno queda, o resiste, el hacerles un examencito, simpático, de esos que hacen en los medios de formación de masas, o de deformación, sobre que libritos, peliculitas y pintorcitos les hacen tilín. Sobretodo a los jediéz, que se supone constituyen el súmmum del arte en la sangre. Yo estoy ansioso por saberlo ¿a qué esperan? Corran con sus libretas, perdón, ipads o lo que coño toque, y desvelen el misterio. Estoy seguro de que hay muchos interesados como yo, entre los cuatro gatos en los que coincide la afición a los toros y a esas, por decirlo como José Luis Pardo, notas de los trenes con destino a Auschwitz, las obras de arte.
¿Qué leerá el July? Me meso los cabellos por las noches pensándolo. ¿Escuchará Morante a Juan Talega o prefiere a Pitingo? ¿Sabrá Manzanita quién es Bach? ¿Qué pensará Ponce de Jeff Koons? ¿Hay vida después de Sabina y Camarón, José Tomás? A Fundi no se me ocurriría preguntarle estas chorradas porque me pegaría una hostia, y con razón. Como Rafael Ortega, que se reía de Wagner. Demasiado importante ser matador de toros como para preocuparse de estas nimiedades. Qué le importaría a Rafael Ortega haber hecho el paseíllo con un tal Juan Benet a sus espaldas, y éste la consideraba, henchido de orgullo, el viejo general sudista, aquella primera y última salida al ruedo, integrado en la cuadrilla del maestro, en Calanda (Teruel), allá por el 52, uno de los momentos más importantes de su vida (y el que no se lo crea, que consulte las hemerotecas). Pero ahora no, con estos es diferente, estos se merecen el mismo trato que otro habitante cualquiera de la sección de cultura de un periódico, telediario o programa de radio. Adiós Tendido Cero, hola futuro programa de Dragó cuando gobierne Mariano. Un puñado de estos sentaditos alrededor de su atril. Como si fueran Roberto Bolaño (aunque sean menos despiertos que su cadáver).
Porque toda esta sarta de palabras, me niego a calificarlo como reflexiones, se derraman aquí por Bolaño y un periódico viejo, otro más, que leo y dice, en general al que se pare a leer, en mi estropeada cabeza, a la panda esta de estilistas del toreo, lo siguiente: "La literatura se parece mucho a una pelea de samuráis. Un samurái no lucha contra otro samurái: pelea contra un monstruo; generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. "Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura", sostenía Bolaño. La tauromaquia también, si sucediese en un extraño mundo de ensueño, en una realidad borrosa, envuelta en una capa de polvo, mitad real, mitad inventada. Pero no, en la realidad del ruedo no te puedes permitir salir derrotado, aunque deba existir esa posibilidad. Ahí radica la grandeza del toreo. En la verdad de su derrota sobre el resto de disciplinas artísticas. Una derrota doble. Por eso siempre han hablado los artistas de los toreros, y no al revés. De toda la vida.
*La tauromaquia es una de las artes, pero no está dentro del Arte, así con mayusculas, como les gusta a algunos.
Esto no es una performance