Y con este libro pongo fin a la maratón lectora de la Hermandad de la Daga Negra. No porque se haya acabado, ni mucho menos, que la autora aún tiene cuerda para rato, sino porque ya me he puesto al día con los que han salido hasta la fecha y tienen fan-traducciones disponibles. El siguiente, que salió este pasado mes de abril, Lover Unveiled (que recupere el título tipo "Amante lo-que-sea" de los primeros de la saga me hace tener esperanzas de su estilo) debe estar en proceso de traducción así que iré revisando cada cierto tiempo, pero supongo que aún les quedará unos meses de trabajo. Por tanto, hasta entonces, ya os dejo descansar de la saga.
Como nota decir que la reseña había estado programada originalmente para el próximo día 30 por eso de que las saco en días múltiplo de 5 para dejar un espacio entre entradas tal que no queden ni muy separadas ni muy juntas. He decidido adelantar la de hoy porque siendo sus protagonistas Qhuinn y Blay me parecía adecuado colgarla el Día del Orgullo ¡Que paséis un feliz y combativo día!
ArgumentoQhuinn estaba esa noche a cargo de la grúa de la Hermandad a la espera de que alguno de sus Hermanos o demás compañeros de batalla necesitaran usarla. Fue entonces cuando un coche conducido por una adolescente humana llamada Elle, que iba en compañía de su hermana pequeña Terrie, se estampó con un banco de nieve tras esquivar a un perro. A pesar del miedo de la chica por su aspecto, Qhuinn fue a echarles una mano pero se vio rodeado de tres matones humanos a los que espantó sin grandes problemas... salvo por un cuchillo que acabó clavado en su estómago.
Zsadist y Manny vinieron en su auxilio llevándolo de vuelta a casa, con su amado Blay aterrorizado por la noticia de ese cuchillo donde no debería estar. Aun así, con lo hablador que estaba y que incluso tendría ganas de estar haciendo otras cosas con él en esa situación, parece que ha tenido suerte esta vez.
Luchas, el hermano de Qhuinn, también se interesó por su estado. Su andar titubeante, apoyado en el bastón que ahora usaba y en la prótesis de su pierna, era prueba de por lo que había pasado, tanto en tiempo como en sufrimiento, desde que su hermano le encontró sumergido en un barril lleno de esencia del Omega.
Ninguno de ellos, ni tampoco el resto de miembros de la enorme familia que viven en la mansión, se imaginan la terrible tempestad que azotará Caldwell la noche siguiente y que traerá algo más de unos sustos desagradables.ReseñaNo os podéis hacer una idea del miedo que tenía a leer este libro por dos motivos: 1) Es otro "cuento de Navidad" como fue Where Winter Finds You y aquél fue un despropósito y 2) Después de lo sucedido en The Chosen, a Qhuinn lo detesté muchísimo. Se portó como un imbécil con Blay y con la pequeña Lyric y no habría aguantado que las cosas fuesen por el mismo camino. Pero no. A decir verdad, salvo por el resultado final (con Xcor y el resto de la Pandilla de Bastardos viviendo en la mansión y haciéndose buenos amigos) es como si nada de lo que hubiese pasado ahí fuera relevante. Podemos hacer como si nada de los sinsentidos de ese libro hubiesen tenido lugar y, en cambio, imaginar cualquier otro desarrollo que tuviese más lógica aunque acabase llegando al mismo desenlace. Es que no hay ni una mención en todo este libro a la grieta que se abrió entre Qhuinn y Blay y los malos momentos de entonces. Creo que la propia J.R. Ward debe ser consciente de la enorme cagada que hizo y de ahí que hasta ella misma lo haya ignorado.
Así pues, este libro se presenta más bien como una segunda parte de Amante al fin, libro que en principio era la culminación de las idas y venidas entre Qhuinn y Blay pero en el que hubo muchas subtramas que se entremezclaron y que les quitaron demasiado espacio. Aquí, aunque hay otros personajes y sucesos que les roban algo de espacio, ellos son los absolutos protagonistas. De hecho, la relación entre ambos libros es tan directa que empiezan igual (como la maratón lectora la empecé releyendo desde el primero, es algo que recuerdo), con un prólogo que retrocede al pasado, a cuando Luchas pasó su transición, recibió el anillo familiar y Qhuinn se sintió tan desplazado que estuvo a punto de suicidarse, algo que no llegó a suceder gracias a Blay. Así, tenemos un libro en que se profundiza todavía más en su relación enfrentando los duros sucesos que se dan aquí y, aunque Qhuinn sigue teniendo momentos de imbécil, nada tan sangrante como lo de The Chosen. Blay, por otro lado, sigue siendo un amor, sin más.
Al margen de ellos dos como pareja pero relacionado con ambos, Luchas tiene bastante relevancia en este libro. Es un personaje que lo ha pasado muy mal y que se arrepiente de muchas cosas, entre ellas el mal trato que su hermano recibió en la familia, algo en lo que él mismo colaboró. También lleva encima las secuelas físicas y psicológicas de su tortura, por lo que es un personaje muy triste. Habrá quien no comparta lo que hace él (o, bueno, lo que J.R. Ward hace con él) en este libro después de todo lo ocurrido desde aquel lejano libro de Amante al fin, pero a mí me parece realista por parte de él y valiente por parte de la autora, que seguramente no habrá contentado a mucha gente.
Otro personaje que tiene voz en este libro es Zsadist ¡Al fin! La autora lo tenía totalmente olvidado y es un placer volver a reencontrarnos con su perspectiva después de tantos libros en los que ha estado de fondo y poco más. Tiene sentido que sea aquí pues, entre otras cosas, está en deuda con Qhuinn por haberle salvado la vida en una situación desesperada que, para quien no lo recuerde, la autora rememora. Zsadist es un personaje que ha avanzado mucho pero que carga con tantos traumas que aún le queda mucho con lo que lidiar y ciertos hechos como los de este libro le despiertan los peores recuerdos. Hay unas escenas preciosas de éste con Bella, con Nalla y también con Mary como su terapeuta. Ahora ya, para siguientes libros, podría acordarse de Phury, Payne o Rehv.
En realidad, aunque es un libro centrado en Qhuinn, Blay y Luchas, tiene un toque más coral de lo habitual con momentos también para Bitty, Lassiter, Vishous, Layla (meh) o Wrath. También Balthazar, el primo de Syn (protagonista de The Sinner), tiene un papel destacado lo que refuerza la idea de que será el próximo miembro de la Pandilla de Bastardos en tener su libro.
¿Y recordáis que en el argumento hablo de dos chicas humanas? Pues Elle también tiene su punto de vista en el libro en unos capítulos muy contados que, de una forma muy especial, acabará teniendo sentido en el conjunto. No es como ese capítulo que iniciaba Where Winter Finds You desde el punto de vista de un humano para no acabar aportando nada.
Dado que, sin contar The Jackal, este libro se sitúa después de los importantes hechos que se dieron en The Sinner, la autora deja caer algunas cosas sobre por dónde va a tirar en un futuro: una frase inquietante dicha por un personaje en estado de shock de que alguien demoniaco "ha vuelto" (creía saber por dónde iba la cosa pero que se dijese que era alguien de sexo femenino me ha descolocado... supongo que se refiere a Devina quien, por otro lado, realmente no se había ido...); hay una nueva amenaza desconocida a la que se deben enfrentar; se deja caer que habrá nueva hornada de reclutas (¿Legacy 2.0?). Vamos, que la autora muestra que tiene todavía varios hilos de los que tirar para seguir alargando la saga.
Echaba de menos, después de tantos libros entre pasables y malos, una lectura redonda, que me emocionase, que hablase de los personajes como si tuvieran vida y que recuperase a viejos conocidos. Esto lo hace aquí y siento que la autora que sabía crear personajes muy humanos (bueno, vampiros) ha vuelto. Esperemos que no sea un libro puntual. Si no le doy la máxima nota es porque, aunque es muy emotivo lo que pasa, no ha sido capaz de arrancarme las lágrimas. No sé, me ha faltado cierto puntillo extra de intensidad, pero nada importante porque es un libro precioso aunque muy duro.