Reflexionando un poco sobre qué palabra elegir esta semana, he pensado en lo que arriba escribía. Palabra para seguir en este carnaval….. Creo que es una constante en mi vida. Hay que seguir, me digo.
Me quedé embarazada y nació Manu. Ese que me hizo volverme del revés en todos los sentidos, que me hizo un lío, pero que como siempre, me hizo (y hace) seguir . El momento en que mi vida se paró y siguió por otro camino. Empezó de nuevo, para continuar, para seguir . Pasé de seguir un lateral a meterme de lleno en la calle central. Así, a saco, un punto y seguido. Y me planteé muchas dudas, ¿lo haré bien? ¿Estoy metiendo la pata, soy una mala madre? Y qué decir con mi trabajo. ¿Sigo o no sigo? Pues sí, pa´lante, a seguir
Y, por supuesto, tuve que seguir con mi temporalmente interrumpida dieta. Me volví a quedar embarazada, y en una ecografía me dijeron que tenía que hacerme una prueba para ver si quería o no seguircon el embarazo porque tenía 1 posibilidad entre 32 de que el bebé tuviese una malformación genética. Y allí, en la misma puerta de la consulta, sin hablarnos, sin haberlo mencionado nunca antes (porque a esta situación se enfrentan siempre ellos, los demás, nunca tú, porque ya sabes: esoamínomepasa), mi príncipe azul y yo dijimos a la vez “No, no hay prueba. Seguimos”.Este instante de no sé cómo llamarlo, ¿quizá entendimiento?, fue al mismo tiempo uno de los momentos que mejor recuerdo de todo el embarazo. Más aún que los miedos y las preocupaciones, porque ahí sí fui realmente ser consciente de que los dos formábamos un equipo, que pensábamos igual sobre las cosas importantes.
Y seguimos hasta que Yago nació a los 6 meses de esto perfectamente sano. (y durante esos 6 meses por supuesto siguieron con nosotros todas las dudas, los miedos, los terrores, las búsquedas de información)
Y así, con nuestros agobios de padres de dos, más comeduras de cabeza aún (se llevan 3 años) sobre si los estamos tratando igual, como organizarnos cuando los dos a la vez se ponen malitos, si debería o no dejar de trabajar (yo era –y soy- el sueldo más bajo de los dos, aparte de ser cero vocacional lo mío), reducirme la jornada, contratar a alguien que nos ayude en casa con los dos enanos, cómo evitar que se celen….¡uf! ¿ Qué hacemos? Pues hija, lo único que se puede. ¡¡seguir!! Y finalmente, cuando ya estamos más o menos habituados a esa marcha, llega mi sorpresita. Decidimos llamarla Bárbara (aunque se merecía más llamarse Ines-perada, jajaja). ¡Madre mía qué sofocón! Sin trabajo, recién llegada a una nueva ciudad,
mi gran familia
¡¡¡¡VAAAAAMOOOSSSSS!!!!