I. “¡PAPÁ, QUÉ PORVENIR DESTRUIDO!”
Después de la lluvia: Chile, la memoria herida
By Mario Amorós
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“No sé si es una suerte haber sobrevivido porque es muy duro continuar viviendo con
esta carga. En el fondo es un castigo porque permanentemente tienes que estar diciendo,
hablando, recordando lo que pasó”21. Pablo Zepeda fue uno de los miembros del dispositivo
de seguridad presidencial (conocido como el GAP22 ) que el 11 de septiembre combatió
junto a Salvador Allende en defensa de la libertad frente a la embestida golpista. Aquella
tarde sus compañeros y él fueron conducidos al regimiento Tacna, donde fueron torturados
y la mayor parte de ellos asesinados y hechos desaparecer.
A partir de 1991, y después de que algunos regresaran del exilio (como Manuel Cortés
y él mismo), los supervivientes y varios familiares de los desaparecidos del GAP empezaron
a recoger documentación para contribuir a la búsqueda de sus restos e intentar que sus
verdugos fueran juzgados y con la intención de preparar una exposición que diera a conocer
su trabajo junto al Presidente. “Poco a poco aparecimos en actos públicos o nos contactamos
a través de amigos y nos dimos cuenta de que éramos más los que estábamos vivos”, señala
Manuel.23
Aquella labor les permitió reconstruir y reivindicar una historia de dignidad aún hoy
vilipendiada por los sectores políticos, sociales y mediáticos más conservadores. “Les causa
temor que nosotros, que defendimos la Constitución, al Presidente de la República y a
nuestro pueblo, sigamos vivos –dice Pablo–. Pero sólo nos pueden acusar de lealtad, de
consecuencia, no somos ni seremos ladrones ni criminales, como ellos”. Por su parte, Elena
Araneda asegura que “la derecha siempre nos ha mirado como los matones, los guerrilleros…
tantas cosas nos han llamado, pero les pregunto a quién hemos matado. Yo fui una
empleada del Presidente y mis compañeros, que aún tienen las muestras de las torturas,
defendieron la democracia de este país el 11 de septiembre. ¿Hasta cuándo van a hacernos
daño?”.24
Para Nena, que trabajó como asistenta personal de Salvador Allende durante 1973, el
reencuentro con sus compañeros del GAP supuso recuperar la esperanza, superar el odio
generado por tanto dolor y persecución. “Fui enferma alcohólica hasta el 7 de enero de 22
25 Entrevista a María Eugenia Horvitz. Abril de 2002.
1993, cuando logré dejar de beber. Mi soledad fue terrible, no tenía a quién contarle mis
problemas, no podía trabajar, me perseguían, aquí afuera se paraban autos… Me hundí con
el alcohol. En 1993 empecé a recuperarme porque un día en un acto en el Cementerio
General por los desaparecidos del Patio 29 me encontré con el compañero Milton Silva.
Ahora estoy de pie otra vez y soy una mujer feliz”. Hace cuatro años le extirparon el riñón
izquierdo por un cáncer y ahora intenta salvar el otro. “Aprendí con Allende a ser fuerte y
consecuente; esta enfermedad no va a doblarme”. No obstante, la tarea más importante,
“mis ganas de volver a vivir”, es la búsqueda de aquellos jóvenes con quienes compartió los
mil días más maravillosos de su vida.
Para ello han creado la Agrupación de Sobrevivientes del Dispositivo de Seguridad del
Presidente Salvador Allende, que hereda el espíritu de una asociación que fundaron hace
una década y a la que llamaron Kumelcán, palabra mapuche que significa “volver a nacer”,
“volver a salir de las raíces”. Cada 11 de septiembre se dirigen con profundo recogimiento
a La Moneda, hasta donde vuelve a estar la puerta de Morandé 80 (reabierta el pasado 11 de
septiembre por el presidente Lagos), por donde los militares sacaron a sus compañeros, y
depositan allí una corona de flores en su memoria.
Y cuando el Servicio Médico Legal identifica los restos de alguno de ellos en una de las
infinitas fosas clandestinas que horadan su patria, organizan un sencillo, pero emocionante
homenaje. “Vamos con sus restos a la tumba de Allende y decimos unas breves palabras que
nos hemos impuesto como juramento: ‘Compañero Presidente: aquí traemos a uno de los
nuestros que al igual que usted fue un hombre digno y leal a sus principios y al pueblo de
Chile’. Después vamos al lugar donde se le entierra. No pararemos hasta encontrar al último
de nuestros compañeros”, explica Manuel. “Estamos viejos y con una situación económica
mala, pero seguimos luchando”.
Junto con los miembros del GAP, un grupo de ministros y colaboradores del Presidente
resistieron durante seis horas en La Moneda, entre ellos el doctor Enrique París, miembro
del Comité Central del Partido Comunista y uno de sus asesores políticos y científicos.
“Enrique tuvo una capacidad extraordinaria de ser leal con sus ideas y con las obligaciones
sociales que le atribuyeron. Nuestros esfuerzos por encontrar sus restos y hacer justicia son
muy poco al lado de su sacrificio por el país”25. María Eugenia Horvitz evoca con profundo
amor a aquel joven que conoció en 1957, cuando era dirigente estudiantil, en un tiempo en
que los comunistas estaban proscritos debido a la Ley de Defensa Permanente de la Democracia
(conocida como la “Ley Maldita”) dictada por Gabriel González Videla en 1948.
Dos años después contrajeron matrimonio y desde entonces compartieron la lucha que
culminó con la histórica victoria de Allende el 4 de septiembre de 1970. “Fue un momento
de triunfo en el que pensamos que haríamos las reformas estructurales hasta el final”.