También los escritores están hechos de carne mortal. No parece, por tanto, extraño que, llegado el momento, por cuestión de avance de edad dejen de escribir.
Todos sabemos que con el transcurso del tiempo las personas no podemos seguir haciendo las mismas cosas que antes. Por lo general el cuerpo es sabio y tampoco nos apetece en muchas ocasiones llevar el mismo tipo de vida que cuando éramos jóvenes. ¿Por qué en el caso de los escritores ha de ser diferente?
Hay escritores que escriben hasta el final de sus días y también los hay que detienen la escritura cuando, ya mayores, no quieren o no pueden seguir escribiendo. ¿Qué hay de especial en el retiro como para que los medios se hagan eco de ello? Lo que queda es la obra literaria que seguirá viva, en sus múltiples e inacabables lecturas, si lo merece. Libros a los que no influye esa cosa llamada tiempo, fuerza invulnerable que nos afecta a los seres mortales.
En los últimos tiempos se ha dado cuenta públicamente de la renuncia de determinados escritores a seguir escribiendo. Entre otros, Sergio Pitol, Philip Roth, ImreKertèsz, y días atrás, Alice Munro.
Al margen de los motivos de cada cual, todos ellos superan los 80 años. Una realidad que no requiere de excusas para proclamar que ya basta. Así lo ha expresado la repetida candidata al Premio Nobel Alice Munro: “Hasta acá.” Y ha añadido: “No es que no ame escribir, pero llega un momento en que tu modo de pensar la vida es distinto. Y quizás cuando tenés mi edad, ya no querés estar sola como debe estarlo un escritor.”
Hay, por lo demás, escritores y escritores. Unos pasean su ego por el mundo a lo largo de su travesía vital y lo engordan cuando llega el momento de su retiro. Otros, en cambio, se distancian de cualquier modalidad de vanidad en la hora de su desapego. Reconocen que envejecer es ley de vida. Saben que no solo ellos abandonan la escritura, sino que también esta los abandona a ellos.
FUENTE: EL QUINQUÉ. LA PROVINCIA-DIARIO DE LAS PALMAS.