Carola Chávez
Quizá quedaba algún crédulo, tal vez algún perseverante opositor conservaba todavía una llamita de ilusión, un parpadeante “se va, se va, se va” aferrado a la declaración de abandono de cargo, pero la estridente voz nasal de Ramos Allup batuqueó toda esperanza: “¿Que cómo se come eso? –Preguntó y se respondió Henry– Eso no se come… Nosotros no andamos diciendo que si la hacemos antes del 10 hay elecciones y se va Maduro dentro de 30 días (pero ya va, Henry, si eso es precisamente lo que María Corina le esta vendiendo a sus seguidores, y Freddy Guevara, entre Pokemon y Pokemon, también). O si la hacemos después del 10 –continúa–, queda el kalifa de Aragua de presidente… No, sabemos que no va a pasar ninguna de las dos cosas. Antes o después del 10, él se va a quedar ahí, pero (y aquí hace pausa con suspiro de suspenso antes de exclamar, meneando un dedo regañón, en un gesto que pretendía ser dramático y que terminó siendo una oda a la impotencia) ¡no sigan tentando a la opinión pública!”. 18 años después, ahí estaba la oposición, en el mismo ¡ay, ay, ay!. Ahí estaba Ramos Allup, diciéndole a la misma gente a la que dejó esperando por la pruebas del fraude desde 2004, que también aquella propuesta que lanzó lace un año, esa que sacaría a Maduro del poder en seis meses, era solo un show de mentirita. Cuántas falsas ilusiones, Cuántos desencantos… “¡No sigan tentando a la opinión pública!”
Pero hay que seguir, porque de eso comemos y yo tengo un Audi que conservar, piensa Freddy Guevara y sale al rescate de la ilusión golpista con un brillante “Nicolás no es presidente, aunque siga en Miraflores” -gracias, Freddy, por aclarar-. Pero nadie le para, así que sale otra vez y declara que ahora el presidente es Tareck, e invita a sus seguidores a “ignorar la institucionalidad” y tomar las calles, ooootra vez, para derrocar a Maduro, que, o sea, Freddy, ya no es presidente, o sea, qué enredo… ¿y si mejor, para ser coherentes, tumbamos a Tareck?. Como sea, “lo que viene es lucha, no para ganar elecciones, sino para lograrlas” – Insiste este personajito llegó a diputado mediante elecciones celebradas hace apenas un año y en plena “dictadura”.
Total, que lo único que queda claro es que, para creerse y sostener el cuento del abandono de cargo, hay que abandonar el cerebro.