Una tercera Intifada, o lo que sea, se ha iniciado en Palestina. El cuento de nunca acabar. Más sufrimiento, más muertos para el conteo. En la guerra se mata con todo, también con las palabras. Nunca son inocentes, y menos si se difunden desde enormes altavoces.
En este conflicto, una vez más, estamos abusando de dos palabras que parecerían sinónimos pero que no lo son: abatir y matar. Tal vez sea un tema secundario –a los familiares les va a dar lo mismo cómo lo llamen– pero a mí el asunto ha pasado de hacérseme bola a irritarme. Será la edad.
Si lee la mayoría de la prensa o los telediarios se habrá dado cuenta de que algunas personas al recibir un disparo certero mueren porque alguien las mata; mientras que otras, en las mismas circunstancias no reaccionan igual, son abatidas. Otras caen muertas de manera totalmente neutra, aunque casualmente justo después de recibir un disparo o equivalente. En realidad el resultado final, si es lo que importa, es similar, ya que ambas quedan inertes y dejan de respirar para siempre.
Se que están pensando que más que similar debería haber escrito igual o el mismo, pero no. No debe ser así cuando se pone mucho cuidado en diferenciar una cosa de la otra. Hay casos en los que se tiene muy claro. Por ejemplo, El País, como pueden ver en estas capturas de su web, no tiene ninguna duda entre quienes matan o asesinan y quienes abaten. Depende del bando en cuestión y de quienes son los nuestros. Solo hay que ver el titular y el sumario de noticias relacionadas capturadas de su web ayer para saber que el diario tiene muy claras las cosas, sin fisuras.En verdad la ecuación (de las palabras, aunque también de Palestina) es mucho más complicada, ya que abatir y matar están bailando constantemente un tango. La misma palabra matar, por sí sola, es un poco esquizofrénica ya que, como decía antes, a algunas personas las mata alguien y otras simplemente mueren por mala suerte al caerles una bomba encima. Y aún hay más: a otras no solo las matan, sino que las asesinan, con lo que ya tenemos otra palabra en discordia.
Captura de eldiario.esLa víctima es secundaria
Pero para no liarnos volvamos al duelo de origen: matar vs abatir. Si, como afirmaba, la víctima se comporta de manera muy parecida, la diferencia fundamental debe estar en quien le facilita la muerte. Esa es la cuestión. Aquí el cadáver es secundario, lo importante es quién apretó el gatillo. Si observan con un poco de atención, por obra y gracia de los medios hay colectivos que matan y otros que abaten. Y, entre los mismos colectivos (pongamos policía y ejército), unos matan y otros abaten según quien los gobierne.
Captura de la web de La RazónA estas alturas más de uno pensará, “vaya paranoia se está montando este tipo con nada, matar y abatir son sinónimos, los diarios usan uno u otro simplemente para no repetirse”. Pues no, no son sinónimos. Se está utilizando de mala manera y las alertas, que las hay, no sirven para nada (como casi siempre en casi todo). Claro que no son sinónimos: los buenos –o sea, los nuestros– abaten, nunca matan. El enemigo sí, a veces mata/asesina a uno de los nuestros antes de ser abatido.
Captura de la web de La RazónHay profesiones en las que matar, en determinadas circunstancias, entra en el sueldo. Y muchas veces lo hacen en nuestro nombre. Pero ese pensamiento no favorece nada la digestión así que el telediario nos lo ahorra, eliminando matar de la ecuación. Incluso cuando pueda ser una muerte justificable, en defensa propia o de otras personas, preferimos no enfrentarnos a la palabra. En una sociedad infantilizada nos tratan como a niños porque en parte lo pedimos a gritos. ¿O es al revés? No se, este es una asunto de los de huevo o gallina.
Lo que está claro es la intención política en el uso reiterado de una palabra de forma incorrecta. En el enlace anterior, Fundéu recomendaba el titular «Funcionarios de la Policía mataron hoy a un joven de 23 años» en lugar del incorrecto abatieron que figuraba en el original. Claro que lo primero sería tratarnos como adultos, capaces de valorar si esa muerte estaba justificada o era evitable. No conviene, mejor una pastilla de abatir y a la cama, circulen.
Y lo peor es que creo que hemos asimilado tanto ese código, por el que se nos señala de antemano que unas muertes son buenas y otras malas sin necesidad que pierdas energías pensándolo tú mismo, que si encontramos un “policías/militares españoles mataron a…” mucha gente dará por hecho que el periodista en cuestión ha tomado partido por el muerto y acusa de graves crímenes a los buenos, así de entrada. Ha llegado el día en que un titular como ese sería un acto de valentía periodística más que la descripción de un hecho.
Atentos a no equivocarse
El problema es que el exceso de uso nos sitúa cada vez más cerca del error, por pura estadística. Y cualquier día nos desayunaremos con una enfermera de una ONG abatida por marines americanos y una monja asesinando a su violador en pleno acto. Muy confuso todo.
Captura de la web de ABCAunque, por otra parte, si afinas la mirada puede ser una buena pista de las intenciones propagandísticas del medio. Si ves que un ejército o policía que hasta hace poco mataba gente, empieza a tener que abatir (ese tener que da para otro post) podrás deducir que se están volviendo buenos. O sea, de los nuestros.
Captura de la web de El MundoExisten periodistas independientes y honrados, que respetan su oficio y cuidan el lenguaje porque piensan lo que dicen y el efecto que tienen las palabras. Algunos de ellos incluso logran trabajar para grandes medios durante un tiempo. Pero los mass media, así en general, no se ocupan de denunciar las guerras, sino de ganarlas para sus accionistas o su gobierno.
Y para ello intentan dejar muy claro a su público quienes son los nuestros y quienes los malos, sin lugar a dudas. Tanto los vivos como los muertos. Porque el problema es que tanto el asesinado como el abatido se parecen demasiado. Así que una vez muertos ambos procúrese no juntar los cuerpos ni tratarlos por igual, ya que ni los expertos más avezados serán capaces de distinguir al muerto del abatido, y eso nos podría dejar una sensación de desasosiego insoportable. Podríamos descubrirnos en el bando equivocado sin darnos ni cuenta. Hasta ahí podríamos llegar.
Por si quieres compartir