Abbey Road... en vivo

Hace poco menos de dos años, en mi reseña de "Abbey Road" con motivo del 40º aniversario de su edición original hacía referencia a "la senda peatonal más célebre del mundo, que tantos añoramos vivir para cruzarla alguna vez".

Bien, muy lejos siquiera de imaginar que al fin de cuentas no habría de pasar toda una vida para volver realidad un sueño de extra-larga data, puedo decir que apenas unas semanas atrás tuve el privilegio de transitar por la famosa senda que cruzaron los Beatles en el mediodía de ese viernes 8 de agosto de 1969.

No es que el paisaje que apreciamos desde la portada del disco haya cambiado mucho desde entonces. Faltan John, Ringo, Paul y George, claro. Falta el Volkswagen escarabajo, subastado en 1986 por 23.000 dólares y hoy exhibido en el Museo Volkswagen de Alemania. Falta Mr. Paul Cole, el turista americano que esperaba a su esposa, de casualidad captado en la vereda por la cámara de Iain Macmillan... y que gozaría de una vida prolongada para relatar su epopeya sin par porque murió hace apenas 3 años, a sus 96. Y falta la tradicional línea blanca discontinua sobre el pavimento que seguía a continuación del cruce cebreado, hoy reemplazada por una marca en zig-zag que también discurre bajo el cordón de cada vereda. Dicho sea de paso, la señalización en zig-zag puede verse en las proximidades de los cruces peatonales a lo largo de todo el Reino Unido e indica un área donde el estacionamiento y/o adelantamiento están prohibidos.

Sin embargo, por lo demás, situarse sobre la confluencia de las Abbey Road y Grove End Road mirando hacia el noroeste es como sumergirse en el túnel del tiempo, porque lo que observamos es casi un espejo de la célebre portada del último disco de estudio de los Beatles.

Para los intrépidos convencidos de que llegar por sus propios medios a este esencial mojón de la historia del rock es más gratificante que embarcarse en alguno de los muchos Beatles tours y/o caminatas guiadas ofrecidos en Londres a precios variados, a decir verdad la aventura no demanda gran esfuerzo. Principalmente porque una de las estaciones de la increíble maraña trazada por el subterráneo londinense dista apenas cuatro cuadras.

Por lo tanto, el viaje a la nostalgia comienza abordando la Jubilee Line -que, como todas las demás, atraviesa el microcentro londinense- en dirección norte (Northbound) y bajando en la estación St. John’s Wood, situada en la esquina de las Grove End Road y Wellington Road.

La beatlemanía asoma ya desde la propia estación, por cuanto un Beatles Coffee Shop con toneladas de merchandise nos espera saliendo a mano izquierda. El barrio es imponente, residencial y profusamente arbolado, al estilo de la Recoleta porteña.

Cruzando la Wellington Rd. y caminando hacia el oeste por la Grove End Rd. uno siente que se le acelera el pulso. Calles tranquilas, arquitectura georgiana predominante en ladrillo rojo, añosos árboles que seguramente fueron fieles testigos del acontecimiento de agosto del ’69...

Sin aliento, aunque no por la breve caminata sobre terreno llano sino por la emoción de estar ahí, finalmente encontramos una confluencia de calles, Grove End Road, Garden Road y... Abbey Road. El GPS beatlemaníaco que llevamos adentro instintivamente desvía nuestra vista hacia la derecha... y ahí está, este es! El cruce peatonal que durante décadas soñamos ver con nuestros propios ojos. Ahí está! A unos 20 metros de los legendarios Abbey Road Studios, donde los Fab Four grabaron casi toda su discografía y tantos otros artistas siguen gozando de sus ventajas al día de hoy. Lo primero que llama la atención es que en realidad la calle es más angosta de lo que parece en la portada del álbum, tal vez por el efecto de perspectiva que otorgaba la foto de Macmillan.

Y cuando uno comienza a percatarse de otros detalles se da cuenta de que no está solo. Otros turistas curiosos también pueblan el lugar, con sus cámaras y camcorders en mano, fotografiándose y filmándose mientras van y vienen repetidamente por la senda adoptando las mismas poses de John, Paul, George y Ringo... El fluido tránsito atraviesa el lugar una y otra vez, y sorprende la paciencia, tanto de automovilistas como de colectiveros, a la hora de esperar que los turistas queden retratados para la posteridad en las tarjetas de memoria antes de deslizar las ruedas de sus vehículos sobre el mítico pedazo de pavimento.

Pero fundamentalmente no estamos solos porque el aroma beatle se percibe en cada rincón del apacible lugar, desde la solemne fachada de los Abbey Road Studios hasta la Abbey House contigua y el Neville Court de enfrente, lujosos edificios residenciales cuyos departamentos pueden costar de medio millón a dos millones de libras esterlinas...

Precisamente ambos edificios constituyen el telón de fondo de estas dos fotos que supuestamente fueron tomadas por Linda McCartney ese 8 de agosto: parte del Neville Court (foto superior) y la entrada de la Abbey House (foto inferior).

Lo que tampoco vemos es el letrero con la inscripción "Abbey Road N.W.8" en azulejos, inmortalizado en la contratapa del disco. Por empezar, el letrero original ya no existe y según las fuentes, no se encontraba en los alrededores de los Abbey Road Studios, sino en la intersección de las Abbey Road y Alexandra Road, más al norte. Aparentemente, hoy subsiste sólo uno de esos letreros, en la esquina de las Abbey Road y Priory Road, al noroeste de la ubicación en cuestión.

Una suerte similar corrió el letrero sustituto con la misma leyenda emplazado sobre la vereda del Neville Court y removido en 2007 debido a los variados graffitis que estampaban los turistas visitantes. Lo que se ve hoy es sólo el letrero en la ochava de las Abbey Road y Grove End Road y sobre la pared del Neville Court, fuera del alcance de los graffiteros...

Mas si hablamos de graffitis, las paredes frontales de los Abbey Road Studios ofrecen un impresionante pizarrón. Sabemos que se vuelven a pintar cada tanto, pero en el momento de mi visita se leían las siguientes inscripciones.

Claro que nunca faltan los volanteros (ni siquiera en Londres!), en este caso un hombre canoso y bajito que, observando nuestras caras de embelesamiento y aprovechando nuestra devoción por el lugar sagrado repartía tentadores folletos de su propio negocio de memorabilia beatle a apenas unas cuadras de distancia, con plano y todo para no perdermos en los vericuetos del elegante barrio. Y ahí pensamos... qué lástima que es viajar con el dinero justo, no?

Y sí, uno se hubiera quedado horas allí en el Abbey Road Crosswalk -hoy atracción turística por excelencia-, detenido en el tiempo y escudriñando cada objeto del lugar como para grabarlo en las retinas de aquí a la eternidad.

Pero la ciudad es grande y queda aún mucho por ver. Para nos, los prog-rockers de ley, Londres y todo el Reino Unido siempre tocarán una canción diferente y con sabor a nostalgia. Y allá fuimos, a rememorar otros bellos acordes que nos marcaron la vida.