Nacido en Fès- Marruecos el 17 de noviembre 1944.
Estudios universitarios en Ginebra (Universidad y Institut universitaure de hautes études internationales); profesor en La Facultad de derecho de Rabat desde 1976. Es miembro de la "Union de Escritores de Marruecos", de la "Casa de poesía de Marruecos’" y del Pen-Marruecos. Es poeta, novelista, historiador y pintor. Tiene alrededor de 20 libros publicados.
Influenciado al principio por el surrealismo, desarrolla más tarde una obra que adopta exclusivamente la forma del aforismo poético. Esa trayectoria sólo es paradójica en apariencia.
Al rigor del aforismo le acompañan excesos de lenguaje que propician el surgimiento de la imagen desconcertante. Ello conduce a lo que podríamos llamar humor filosófico "En mí, lo espontáneo es trabajado", dice. Salah Stétié lo captó muy bien al presentar uno de los poemarios de Abdelmajid Benjelloun "En pocas palabras, va a lo esencial. Escribe a golpe de cicatrices. Como rimbaudianas, sus frases resumen una experiencia. Diríase que esta experiencia acumulada se la juega a los dados".
Extractos de su colección de aforismos y aforismos poéticos
La muerte es una lentitud inmóvil, que nos es ni lentitud ni inmovilidad.
La mujer es una ninfa feriada, que nos es ni una ninfa ni una fiesta.
El amor es una imposibilidad posible que no es ni posibidad ni imposibilidad.
El silencio es un cosmos infinito que no es ni un cosmos ni un infinito.
El otro es un nosotros diferente quien no es ni un nosotros ni un otro.
La razón es una inteligencia brumosa que no es ni una inteligencia ni una bruma.
La palabra es una interrupción dentro de la inteligibildad, pero no es ni una interrupción ni una inteligibidad.
El eco es un silencio exasperado que no es ni un silencio ni una exasperación.
El viaje es una permanencia alejada que no es ni una permanencia ni un alejamiento.
La muerte es una broma metafísica que no es ni una broma ni una metafísica.
La mano es pretexto al cielo. El cielo es pretexto a la mano humana.
Nuestras respiraciones debaten sobre Dios, sin nosotros.
La eternidad es una matiz del silencio ; los pájaros lo saben, ellos.
El hombre no conoce ninguna respiración de memoria, por humildad extrema frente a Dios.
Existimos a un milímetro de distancia de la eternidad ,la cual es un silencio invertido.
Para un bocado de eternidad, el hombre acepta de vivir, pero por una apoteosis de Dios, rehusa de morir.
Si nuestro cuerpo nos se da únicamente para nuestra vida terrestre, la respiración no se da igualmente para nuestra eternidad.
Solo cuentan para mi los seres que hacen prueba de intemperencia con el cielo.
Los seres humanos que no tienen problemas de eternidad no me interesan.
Mi alma es una escuadrilla de astros que bailan como electrones para hadas que los paran todos para palparlos.
Toda sonrisa tiene sed de Dios.
Sólo el silencio nos separa de Dios, en todo caso.
La respiración del hombre es un instrumento de baile cósmico.
Tal vez la mirada sea el viaje más fulgurante que quepa ser.
A fuerza de viajar, ¿alcanzaremos algún día la partida?