Abdennur Prado es el presidente de la junta islámica de Cataluña y nos ha regalado con las declaraciones en su blog, varias perlas dignas de ser tenidas en cuenta. Por un lado critica la actuación española en Libia y pronostica un nuevo 11-M para Zapatero, se conoce que cuando a los musulmanes no les gusta algo, se abrochan a la cintura medio quintal de explosivos y se apresuran a presentarle a su dios particular a tres o cuatro docenas de ciudadanos que demostraban escaso interés en conocerlo, al menos con esa premura. Esa es la democracia del mundo árabe, a la que tanto respetan los progresistas que se desnudan y montan numeritos lésbicos en los altares de las capillas católicas y con quienes establecemos la Alianza de Civilizaciones zapateril, no sabiendo, eso sí, si nuestras relaciones tendrán lugar en este mundo, o en el otro. A Abdennur Prado no se le olvidó decir que no deseaba ese otro 11-M y declarar que fueron mal interpretadas sus palabras, pero no cabe otro juicio de valor que el del sentido común cuando afirma que la intervención occidental termina con la democracia en los países árabes. Individuos como Gadaffi o como Ahmadineyad son adalides de las libertades para sus pueblos, sobre todo de la libertad religiosa y de las mujeres. El grupo Contrapoder, responsable de la performance en la capilla madrileña de la Complutense, planea una nueva representación de su numerito en Irán, con el Sr. Prado de intermediario, para que las mozas españolas de izquierdas luzcan en libertad sus tetas entre turbantes y chilabas mientras aplauden los clérigos musulmanes con las orejas. Esa es la libertad que defiende el presidente de la junta islámica de Cataluña, que no protestó por las matanzas en países africanos o por la hambruna, pero sí por la intervención occidental, verdadero demonio para el Islam.
Abdennur Prado debería verse procesado por enaltecimiento del terrorismo, como lo fue Otegi, pero siendo musulmán, disfruta la bula propia de la minoría a la que representa. Mañana se llamará fascistas a los sacerdotes y a los políticos que defienden el no al aborto, por poner un ejemplo, pero ni se menciona a este homínido capaz de insinuar veladas amenazas a nuestro país por alinearse con el resto de naciones de la ONU en la actuación libia.
Todo tiene una fácil solución. Márchese. No se quede ni un minuto más en este país que invade una nación norteafricana islámica; váyase ya de aquí a Yemen, Arabia Saudita o Irán, a disfrutar de su nivel de vida y de sus libertades, no se quede ni un minuto más con nosotros, porque nadie le obliga a vivir aquí. Pero si se queda, acepte las normas sociales, de convivencia y de respeto que establecen nuestra Constitución y nuestras leyes, so pena de terminar procesado como si fuese un cristiano cualquiera.