Todo el tiempo que paso con mis hijos me parece poco. En este tiempo de excedencia, desde que nació mi pequeña foquita, creo que no me he separado de ella más que dos horas en total. Y de mi hijo mayor sólo el tiempo que está en el colegio. A pesar de no tener tiempo para mí, no me importa demasiado. Quizás sea porque sé que pronto esta dulce luna de miel con mis hijos terminará. Pero bueno, que me voy del tema.
En casa, entre los sienes y sienes de coches que tenemos, hay uno especialmente molesto. Tiene una sirena encima que, por suerte para todos no hace ruido, pero cuando le das al botón, empieza a hacer una luz intermitente azul y roja que no puedes parar a tu antojo. Hace poco mi pequeña foquita la descubrió y se pasó una tarde entera dándole al botoncito. En estas que mi marido dice:
- Jo, si que dura esta lucecita de las narices...
A lo que yo le respondo:
- Sí. Exactamente tres minutos.
Al pobre le dio la risa floja y no pudo parar en más o menos tres minutos. Cuando pudo hablar me dijo:
- Realmente, necesitas desconectar