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Abejas brillantes

Por Francescbon @francescbon
Pobre David Sylvian, si le hubiera pasado lo que a Phil Oakey con el pelo. Mira que usó tintes de todo tipo hasta alcanzar ese horripilante tono peróxido de cuando Japan eran cinco tipos con pintas más cercanas al heavy metal o al boogie rock que al sofisticado glam-synth-pop-rock de alta tecnología e influencia oriental con el que acabaron su carrera. Pero el mundo es un sitio sumamente injusto. Así que David Sylvian conserva sus guedejas que las nieves del tiempo, que dice el tango, platearon y Oakey tuvo que optar por el rasurado craneal, ante la crueldad que esas mismas nieves mostraron ante su flequillo. Oh. El flequillo de Phil Oakey indudablemente nos posibilitaría unas cuantas frases sansonianas.Pero no.

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Portada de Gentlemen Take Polaroids, extraordinario disco

Sylvian, tras el final de la banda en 1982, cuyos motivos desconozco (pero puede que un día especule con ellos, como hice con el final de los Talking Heads: gracias a todos por los miles de comentarios sobre este post. Hagan cola, señores), Sylvian no pudo estarse mucho tiempo quieto sin seguir haciendo música. El final de la banda alcanzó a Japan muy coherentemente metidos en una deriva hacia la música de alta influencia oriental. Colaboraban con miembros de la Yellow Magic Orchestra, incluyendo al celestial Ryuichi Sakamoto. Sylvian, supongo, gran influencia en ese giro de la banda, tomó para su carrera en solitario ese camino, y facturó dos formidables discos en los que se expresó con gran libertad por una parte, al retroceder poderosamente en su exposición estética personal (igual, ejem , ya había recibido advertencias de su dermatólogo) y, por otra, al girar la espalda a los designios de la industria. Siguió en Virgin, en ese momento emblemática y todopoderosa, pero sus discos pasaron a ser material de difícil primera escucha, catálogos de la huida del estribillo. Estaba claro que Japan se conformaban con haberle prestado los peinados a Duran Duran. No irían más allá. Sylvian dejó de ser el émulo extra-andrógino de Bryan Ferry y empezó a ir por los pasos de su intuición musical.

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Tejanos y corbata? Estás seguro?

Brilliant trees (1984) es su debut y pronto las cartas están sobre la mesa: la nómina de músicos incluye a Sakamoto, a Holger Czukay de Can, a Jon Hasell. Los ritmos casi bailables de Tin drum pasan al congelador directamente. Es un disco que se abre con un tema, Pulling punches, que es pura desestructura rítmica, con cambios constantes y con escasas facilidades al oyente. A continuación The ink in the well es una melodía algo más clásica, pero igualmente a espaldas de ninguno de los factores que encumbró a Japan, empezando por el glamour. Sylvian eligió la oscuridad y el fogonazo de la popularidad de masas. Nostalgia, y toda la segunda cara del disco, es una sucesión de canciones prácticamente estáticas, solemnes y tristes, con capas y capas de sonido, sobre las que la voz de Sylvian se desplaza como una textura más. El único conato de hit es Red guitar, en cualquier caso, tan alejada del mundo de Japan que más de uno de sus seguidores debió dar por muerto a Sylvian. 

Nada más lejos de la realidad: por si el susto no había sido suficiente, por si el método comercialmente suicida no era lo bastante efectivo, Gone to earth fue un doble disco repleto de temas instrumentales, doble en una época en que apenas había discos dobles, con una portada horrorosa estilo new age y, por tanto renunciando absolutamente del tirón comercial que la imagen de Sylvian acarreaba. Parecía obstinado en rechazar a todo el público que había acudido a la banda atraído por su estética. La música era lo primero. La lista de los que deberían aprender de esto, pronto en un DVD en todos los kioscos.

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Sin ventas millonarias no hay presupuesto para maquillaje

En 1987 publica Secrets of the beehive, delicada colección de temas aparentemente casi acústicos, pero con un trasfondo de torch-song experimental que lo convierte en un clásico instantáneo. Canciones cortas, aparentemente lánguidas y perezosas, pero inspiradas y, en el fondo, perversas. Otra vez una portada sin Sylvian, otra vez un disco sin la mirada puesta en las listas, otra vez la obra de un músico al que todo parece darle igual. Honrado como pocos, David ha pasado en cuestión de cinco años a una especie de estado de ermitaño musical en constante movimiento, dando pasos en falso, experimentando con resultados desiguales, poniendo su voz y su talento al servicio de músicas de lo más variadas y extrañas, siempre con una mentalidad abierta y elusiva de lo cómodo. Ni siquiera se ha sentido en ningún momento tentado de reunir a la banda al completo de nuevo (imposible, pues Mick Karn murió hace unos años), o a sus miembros restantes, dar una gira megalómana y garantizarse un futuro de jubilado asistiendo a tertulias sobre los dorados 80. Por favor, señores, pónganse de pie y aplaudan.


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