Como ya sabéis, me apunté al reto que planteó mi querida amiga Ana, del blog Kayena: Negro sobre blanco, consistente en leer este año tres libros de don Miguel de Unamuno. Comencé con "Paz en la guerra" y hace un par de días acabé este magnífico "Abel Sánchez" que nos enseña muchas cosas. En esta ocasión, y con motivo de que por fin tengo mi eReader, la lectura ha sido en formato digital, de la segunda edición revisada, por lo que me ahorraré los datos técnicos del libro.
Autor:
Miguel de Unamuno. (Bilbao, 1864 - Salamanca, 1936) Escritor, poeta y filósofo español, principal exponente de la Generación del 98.
Entre 1880 y 1884 estudió filosofía y letras en la universidad de Madrid, época durante la cual leyó a T. Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel y Karl Marx. Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia de la lengua castellana.
Inicialmente sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe. Desde el principio trató de articular su pensamiento sobre la base de la dialéctica hegeliana y más tarde acabó buscando en las dispares intuiciones filosóficas de Spencer, Sören Kierkegaard, W. James y H. Bergson, entre otros, vías de salida a su crisis religiosa.
Sin embargo, las contradicciones personales y las paradojas que afloraban en su pensamiento actuaron impidiendo el desarrollo de un sistema coherente, de modo que hubo de recurrir a la literatura, en tanto que expresión de la intimidad, para resolver algunos aspectos de la realidad de su yo. Esa angustia personal y su idea básica de entender al hombre como "ente de carne y hueso", y la vida como un fin en sí mismo se proyectaron en obras como En torno al casticismo (1895), Mi religión y otros ensayos (1910), Soliloquios y conversaciones (1911) o Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913).
El primero de los libros fue en realidad un conjunto de cinco ensayos en torno al "alma castellana", en los que opuso al tradicionalismo la "búsqueda de la tradición eterna del presente", y defendió el concepto de "intrahistoria" latente en el seno del pueblo frente al concepto oficial de historia. Según propuso entonces, la solución de muchos de los males que aquejaban a España era su "europeización".
Sin embargo, estas obras no parecían abarcar, desde su punto de vista, aspectos íntimos que formaban parte de la realidad vivencial. De aquí que literaturizase su pensamiento primero a través de un importante ensayo sobre dos personajes clave de la literatura universal en la Vida de don Quijote y Sancho (1905), obra en la que, por otra parte y en flagrante contradicción con la tesis europeísta defendida en libros anteriores, proponía "españolizar Europa". Al mismo tiempo, apuntó que la relación entre ambos personajes cervantinos simbolizaba la tensión existente entre ficción y realidad, locura y razón, que constituye la unidad de la vida y la común aspiración a la inmortalidad.
El siguiente paso fue la literaturización de su experiencia personal a fin de dilucidar la oposición entre la afirmación individual y la necesidad de una ética social. El dilema planteado entre lo individual y lo colectivo, entre lo mutable y lo inmutable, el espíritu y el intelecto, fue interpretado por él como punto de partida de una regeneración moral y cívica de la sociedad española. Él mismo se tomó como referencia de sus obsesiones del hombre como individuo. "Hablo de mí porque es el hombre que tengo más cerca."
Su narrativa progresó desde sus novelas primerizas Paz en la guerra (1897), y Amor y pedagogía (1902) hasta la madura La tía Tula (1921). Pero entre ellas escribió Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), y sobre todo Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920), libro que ha sido considerado por algunos críticos como autobiográfico, si bien no tiene que ver con hechos de su vida, sino con su biografía espiritual y su visión esencial de la realidad: con la afirmación de su identidad individual y la búsqueda de los elementos vinculantes que fundamentan las relaciones humanas.
En ese sentido, sus personajes son problemáticos y víctimas del conflicto surgido de las fuertes tensiones entre sus pasiones, y los hábitos y costumbres sociales que regulan sus comportamientos y marcan las distancias entre la libertad y el destino, la imaginación y la conciencia.
Su producción poética comprende títulos como Poesía (1907), Rosario de sonetos líricos (1912), El Cristo de Velázquez (1920), Rimas de dentro (1923) y Romancero del destierro (1927), éste último fruto de su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde lo deportaron por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera. También cultivó el teatro: Fedra (1924), Sombras de sueño (1931), El otro (1932) y Medea (1933).
Sus poemas y sus obras teatrales abordaron los mismos temas de su narrativa: los dramas íntimos, amorosos, religiosos y políticos a través de personajes conflictivos y sensibles ante las formas evidentes de la realidad. Su obra y su vida estuvieron estrechamente relacionadas, de ahí las contradicciones y paradojas de quien Antonio Machado calificó de "donquijotesco".
Considerado como el escritor más culto de su generación, fue sobre todo un intelectual inconformista que hizo de la polémica una forma de búsqueda. Jubilado desde 1934, sus manifiestas antipatías por la República española llevaron dos años más tarde al gobierno rebelde de Burgos a nombrarlo nuevamente rector de la universidad de Salamanca, pero fue destituido a raíz de su pública ruptura con el fundador de la Legión. En 1962 se publicaron sus Obras completas y en 1994 se dio a conocer la novela inédita Nuevo mundo.
Sinopsis:
"Abel Sánchez• es la historia de la relación entre dos amigos, Joaquín Monegro y Abel Sánchez contada desde el punto de vista del primero. Joaquín tiene una enfermiza envidia de Abel desde que eran niños. Cuando Abel se casa con Helena, prima de Joaquín y de quien este estaba enamorado, esta envidia se convierte en un odio enfermizo y obsesivo. Se casa con Antonia para tratar de olvidar a Helena, pero no puede, y cuando ambos amigos tienen descendencia, Abel un hijo al que llaman Abelín y Joaquín una hija llamada Joaquina, urde un plan para casarlos y obligarlos a vivir en su casa ganándose el cariño de Abelín. Pero cuando nace su nieto, al que llaman Joaquín por expreso deseo de Abel, se acentúan más los celos y al final Joaquín acaba matando a Abel cuando ya estaba muy débil por una enfermedad cardíaca. En el lecho de muerte Joaquín reconoce el hecho ante Helena.
Mi opinión:
Excelente, como todas las obras de don Miguel. Me gusta el hecho de que haya tres vertientes de narración: un narrador omnisciente en tercera persona, largos diálogos entre los personajes, y la propia intervención de Joaquín Monegro en sus "Confesiones" en primera persona. Es una novela realista, pero sin indicaciones históricas ni de localización. Es evidente la conexión con el mito de Caín y Abel, y la intervención de la religión y la mitología en todas las partes de la novela.
Un tema muy interesante, sin duda, y una prosa cuidada, con un exquisito uso de la lengua castellana y como siempre, una enseñanza, o varias, porque varias son las que podemos sacar de esta lectura. En el prólogo de la segunda edición, Unamuno habla de la envidia como un pecado nacional, por la división existente en España a principios del siglo XX, algo que, aunque no se aprecia en el resto de la novela, sí habría que tener en cuenta, ya que don Miguel no daba puntadas sin hilo...
Un libro muy recomendable, que demuestra que no hay que tenerle tanto "respeto" a leer a este genio de la Generación del 98. Animaos con él.