Abismo es una novela de Estela Melero en la que una situación traumática, vivida por unos adolescentes, los perseguirá durante catorce años, hasta que experimentan una circunstancia análoga y deben afrontar unos crímenes similares a los ocurridos entonces.
Sina Huertas y su equipo de la guardia civil resolverán los casos, no sin antes quedar implicados en los asesinatos.
La trama está basada en dos muertes acaecidas en la actualidad. Y en traumas infantiles que se van uniendo a terrores posteriores. El narrador, en tercera persona, es omnisciente, pues conoce lo que sucedió en el pasado y lo que van haciendo en el presente los personajes. Pero solo relata, dosificado, lo que le interesa; así, la protagonista, Sina Huertas, teniente de la guardia civil de Montanea, se ve envuelta en sus miedos antiguos y en los actuales hasta que se da cuenta de la dimensión del suceso en el que está metida. Necesitará de la ayuda de sus compañeros para poder salir de la situación.
Las primeras muertes ocurrieron el último día del curso escolar de 2002. Los alumnos se preparaban para celebrar su próxima entrada en el instituto cuando dos de ellos, Carlos y Magda, desaparecieron. Encontraron el cuerpo de la chica, su ropa y restos de sangre, también la ropa y sangre de Carlos aunque su cadáver no apareció. Se le dio por perdido en el mar. Todos los años, los amigos, realizan un ritual en el lago para recordarlos, pero Sina oculta datos; esto, unido a otras dos desapariciones actuales, una de ellas de Ariadna, compañera del cuartel, el mismo día del aniversario, hace que la trama se vaya complicando y todo apunte a alguno de los amigos como el asesino.
Los sospechosos van cambiando según quiere el narrador, técnica que repercute en la intriga; mientras sospechamos de varios personajes, vamos descartando a otros por las coartadas verídicas que van demostrando.
Las pistas falsas se van superponiendo y dosificando. Al mismo tiempo, la escritura de la autora marca un ritmo de lectura rápido, con oraciones cortas y diálogos coloquiales.
Aun cuando sabemos quién es el asesino deberemos llegar a un desenlace que expone y resuelve un enigma más sorprendente que los averiguados hasta ese momento. La narración adquiere tintes de novela gore con un final oscuro, retorcido, que causa un impacto brutal no solo en los personajes. Los lectores somos partícipes de la angustia, del miedo y de las sensaciones contradictorias que experimentan en un entorno turbador y con una resolución que, por inesperada, impacta más.
El vocabulario, asequible, desvela el comportamiento humano y traumatizado de Sina. No es extraño que no sea la típica heroína sino que sus errores, fruto del miedo, nos descubran la culpa que guarda el asesino.
Los capítulos se corresponden con los versos de Los placeres prohibidos, de Luis Cernuda, por lo que son cortos; casi todos los títulos conectan con algún dato importante del contenido, aunque en el momento de la lectura no seamos conscientes, más porque estamos inmersos en la trama sin pararnos a ver las señales. Así, en el capítulo cuyo cielo no existe, el desamparo de las chicas queda implícito «—Esta noche serás mía —respondió Javi, sin saber que eso no sería lo más memorable que sucedería esa noche». Y en no decía palabras la falta de comunicación entre los personajes será otro detonante de desgracias «—Eso no te lo puedo decir. Creo que es de tu pueblo. Quizá algún día te lo confiese».
En general, Abismo pretende reflejar la rebeldía de unos jóvenes que empiezan a vivir. Cada uno va confesando sus deseos eróticos, amorosos y violentos, pero como en el poema de Cernuda, parece que todo va encaminado a la corrupción; probablemente a causa del hermetismo con que han llevado sus sentimientos. El dolor suscitado por el amor impacta de forma violenta en unos muchachos que han visto rotas sus ilusiones, sus deseos, su amor, «Gira la cabeza, que le pesa, hacia el asiento del piloto. Lo que ve está difuso, pero no es, desde luego, el perfil de Lucas. Tampoco es su olor».
Abismo es una novela policiaca. No se introduce en las profundidades más oscuras del ser humano. Son jóvenes que viven el momento aunque tengan sus propios miedos: el temor a no ser correspondidos, el miedo a fracasar, el trauma infantil que oprime los actos y los pensamientos, los sueños y la realidad, «No grita, pero su pesadilla torna su respiración agitada. Se queda inmóvil. Observa a su alrededor, comprobando que está donde cree que debe estar».
Estela Melero ha construido una novela centrada en un misterio, un crimen sin resolver, al que se le une otra incógnita. Esta vez la minuciosa investigación y, sobre todo, la exposición de la verdad, consigue resolver tanto los asesinatos como las desapariciones, pasadas y actuales. A cada descubrimiento los lectores nos vemos sorprendidos; la mente no da tregua para elaborar conjeturas hasta que, al final, la autora consigue una convulsión cruel, casi surrealista. Hay un momento que pensamos que todo pertenece a un sueño de tan increíble que se nos presenta la secuencia; pero ocurre, en la novela, y sirve para cerrar una trama que ha durado catorce años.
Hay que seguir la pista de Estela.