Revista Opinión

Aborto, Rouco y Gallardón

Publicado el 24 mayo 2013 por Cronicasbarbaras

A las diez semanas de gestación una mujer puede saber si el bebé que espera padecerá los síndromes de Down, de Edwards o Patau.

Con otras pruebas comunes en la Seguridad Social, de momento, a las doce semanas conocerá si tendrá espina bífida u otros males que harán su vida dolorosa o física y mentalmente penosa.

Cuando a muchas gestantes les anuncian que alumbrarán a quien requerirá su dedicación plena toda la vida, su mundo se hunde, pero no por ellas, que serán como todos los padres que han tenido niños que necesitan cuidados especiales, a los que adoran.

No: el mundo se le hunde a cualquiera de ellas porque no sabe qué pasará con su hijo cuando ella o su padre desaparezcan, o carezcan de ingresos para darle esos cuidados.

Si se atreve a abortar terriblemente apesadumbrada no es por eugenesia, porque quiera mejorar la raza, ni porque espere librarse de un hijo o hija que la obligarán a entregarle absolutamente su vida.

Si aborta es por miedo al futuro de ese ser, a qué será de él en una sociedad que en épocas de crisis lo primero que elimina de los gastos públicos es la asistencia a personas así, no los coches oficiales ni las burocracias parasitarias.

“Cuando yo falte, ¿qué será de mi hijo, hecho a mi cariño y a mi atención permanentes, día a día, década tras década, absolutamente dependiente de mí?": está haciéndolo este Gobierno de socialcristianos.

“¿Quién ocupará mi lugar, le dará mimos y ternura a todas horas, tras mi ausencia?

“¿Se dedicarán a él en persona, tan en exclusiva como yo, sin intermediarios ni palabras hueras, el Cardenal Rouco, que condena que yo aborte, o el ministro Gallardón, que quiere prohibírmelo, quizás porque podrían excomulgado si no lo hace?”

“¿Cancelarán las pruebas que detectan la malformación del feto para condenar a mi hijo a esa dependencia absoluta, pero que irremediablemente lo destruirá si desaparezco?”

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SALAS

SIN TECHO


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