Mi día comienza muy temprano. A las 05:30 estoy en el paradero esperando la locomoción que me llevará a mi trabajo, mantengo la compostura a pesar de que la soledad de la calle a esas horas es desconcertante. Desde que me acuesto hasta que me levanto mi cabeza no para de dar vueltas.
Cuando comienza a aclarar sigo en las mismas. Planificando, buscando explicaciones, enjuiciándome y perdonándome al mismo tiempo, meditando y sintiendo… sobre todo sintiendo. Es en ese punto, cuando me comporto como una abuela mañosa golpeando la mano de su nieta al robar un pedazo del quequé recién hecho, ¡e
so no se hace! Hay sensaciones que te ponen en aprietos y te angustias. Pero sentir es tan natural que luego, una vez más, me perdono.Lo único que parece capaz de calmar esas dudas y confusiones es un BUEN ABRAZO. ¡Así que ABRAZÁME!