Las miro temeroso.Llegan oscuras como blancas sonrisasengañosas.Arañan hasta estigmar viejos surcos sembrados.En la estancia el dulce amarga,ya no huele a té afrutado.La herida se abre y cicatrizar no puede, y sangra:no hay agujas,ni guantes, ni manos, ni hilos,
ni ganas.Los cuervos esperan,acechan siempre que huelen sangre.Entran en las carnes abiertas,picotean escombros de entrañas:esas que aman como saben libres,cansadas de tejer sueños con lanzas.Barras de hierro cierran la herida:herrumbre gastada.Revolotean furiosos en negra maraña. El aire falta.Graznan roncos estertores,rompen sus recias plumas con dolores consentidos.Abrazo mis carnes y me hago ovillo:
se cierra la jaula, jadean dentro.Enmudece el silencio.supura la herida,se olvida el recuerdo.