Incurrimos con demasiada frecuencia, me parece, en el error de considerar que las grandes historias se basan necesariamente en personas egregias o notables, en seres extraordinarios que habitan un mundo distante y cuyos perfiles difieren de los nuestros de manera ostensible. Quizá esa idea surgiese en la época en que los protagonistas eran siempre los caballeros victoriosos, los reyes invictos, los religiosos orlados por la santidad, las damas de belleza legendaria. Pero existe otra tendencia, mucho más humana, que se fundamenta en la idea de que todos (usted, el vecino del tercero, la doctora del ambulatorio, el vendedor de seguros, yo mismo) somos susceptibles de protagonizar unos hechos que, narrados de un modo hermoso y convincente, se pueden convertir en grandes historias.
La madrileña Alena Collar explora esta segunda vía, de manera espléndida, en su libro de relatos Abre la puerta, que está lleno de seres diminutos que aman, se disponen a confesar su auténtica sexualidad, cambian de instituto tras sufrir unos tristes episodios de acoso, lloran, viven en centros de la tercera edad, buscan los restos de un familiar fusilado durante la guerra civil, experimentan fracasos, se tropiezan con fantasmas en los pasillos de casa, trabajan en la hostelería pese a su título universitario o intentan encontrar a una hermana, que fue vendida en una adopción fraudulenta. Y vuelvo al adjetivo anterior, para aclararlo: he dicho que se trata de seres diminutos, y lo reitero, pero en modo alguno pueden ser considerados insignificantes: son personajes que nos retratan, que nos revelan, que nos explican, que significancosas. Admirarse de lo grande, compadecerse de las tragedias aparatosas, conmoverse con los grandes cataclismos es emoción que se encuentra al alcance de cualquiera. Pero desarrollar la humanísima finura de mirar (mirar de verdad) y sentir (sentir de verdad) los hechos menudos, las lágrimas invisibles, los desgarros ocultos es propio de grandes escritores. Como Alena Collar, que captael alma de sus personajes y, utilizando unos fresquísimos diálogos y una estructura ágil en sus narraciones, consigue que los percibamos como criaturas cercanas, entrañables, palpitantes.
No pierdan la oportunidad de acercarse a esta obra.