Gracias a las nuevas tecnologías, como los rayos X o los escáneres CT, la egiptología cuenta con una nueva especialidad, la paleopatología. Ésta, que se dedica al estudio de las enfermedades del pasado, nos da a conocer aquellas enfermedades que padecían los antiguos egipcios. Así, por ejemplo, sabemos que los cuadros patológicos más comunes entre estos fueron: neumonía, viruela, poliomielitis, arteriosclerosis o enfermedades de origen parasitario como la bilharzia, entre otras.
Cuando se orientaron los estudios patológicos hacia la dentadura de las momias, se descubrió que muchas de ellas presentaban pequeñas cavidades en los dientes.
Para lamento de los momificados, estas pequeñas cavidades acabaron en abscesos, por lo que podemos hacernos una idea del dolor tan intenso que debieron que soportar en vida, por no decir que algunos morirían a causa de esto.
Pero, ¿qué es exactamente un ABSCESO DENTAL?
Es, sencillamente, una acumulación de “pus” resultante de una infección bacteriana en el centro de un diente, afectando, por tanto, a la pulpa que se encuentra en el interior.
Una complicación de la carie dental que, hoy en día, fácilmente, podríamos curar mediante la suministración de antibióticos; eso sí, claro está, bajo prescripción médica.
En cuanto a cómo se origina la infección, sabemos que por fricción se produce cavidades o grietas en el esmalte de los dientes. Estas grietas, en el diente, permite la entrada de bacterias hacia el interior atacando a la pulpa, los glóbulos blancos encargados de luchar contra estas infiltradas bacterias, acaban originado una acumulación de pus que si no es drenada puede acarrear graves consecuencias, desde un intenso dolor de muela o grave inflamación hasta la muerte producida por la infección.
Los antiguos egipcios no disponía, raramente, de antibióticos por lo que acudían a la cirugía para aliviar al afectado de su afección.
Para ello, realizaban algún que otro agujero en la encía y provocaban el drenaje del material infeccioso y, en otras ocasiones, realizarían extracciones del diente o muela perjudicada.
Los egiptólogos y especialistas auxiliares apuntan que estas grietas en los dientes en los antiguos egipcios se deben a la arena, que probablemente se mezclaba de forma involuntaria con el pan al moler el grano en ruedas situadas al nivel del suelo.
Así, por ejemplo, encontraron estas patologías en las momias de Rameses II y sus súbditos.
Mi consejo: cuando estéis comiendo en la playa un bocadillo o tortilla de patatas, no olvidéis quitar esos granulitos de arena que se adhieren a la comida, de lo contrario acabaréis con esa preciosa boca que tiene Imhotep en la película, LA MOMIA; jejeje.
By David Domínguez.