Se sienta a escuchar. Pasan coches. Los pinchazos se diluyen. El vestido, fino, hace que note el mármol del banco, frío, agrietado, rugoso.
Y ya nunca sale a mirar cosas. Últimamente ya no lo hace. Las cosas no han ido bien. Mírate las uñas...otra vez igual. Todo igual.
Hay gente que cruza por las vías del tren, fíjate. Siempre piensa, cómo demonios puede un tren atropellarte sin que te dés cuenta a tiempo? Ésos malditos idiotas, ansiosos por salir en las noticias. Buscando un final trágico, qué coño se han creído?
Y entonces un niño grita. Un niño de ésos que bajan sólos a por tabaco para su madre. Pelo sucio. Nadie lo escucha. Es ésta ciudad, somos inmunes al ruido. Estamos absolutamente anestesiados. Jodidamente sordos.
Las uñas. Tendría que dejarlo. Lo apunta mentalmente, en la libreta que está en el lado sano de su cabeza. En el otro lado, los pinchazos. Mierda.
De repente, cae en la cuenta. Otra vez ha vuelto a pasar. Regar las plantas, la comida del gato...qué era? Ah sí, revisar el correo. El correo y su aura. Siempre esperas algo del correo, aunque no sabes el qué, exactamente. Algo revelador, sorprendente. La factura equivocada del teléfono no entra en ese algo. Y los folletos de viajes a Lourdes con botella de agua bendita en forma de virgen gratis, tampoco. O quizás sí. Lourdes...nah, eso es para creyentes. La última opción. El último cartucho antes de soltar la escopeta y echar a correr.
El techo. Agujeros. De qué serían? Siempre hay algo que no entiende en los techos de los sitios. Agujeros sin sentido. Ganchos sin utilidad aparente. Aburrimiento.
Respiración. Respir.....oh mierda. Inspirar, espirar. Inspirar, pecho arriba. Espirar, abdomen hinchado. Ya está. Otra vez. En un par de minutos, le costará mantener la respiración regular.
Pensará absolutamente en cada toma de aire. Ahogo. No respiro bien. Salvavidas nº 1 entrando en escena. Ya basta, suficiente.
PD: Imágenes via@.