Un seguidor de este blog me pedía ayer que aclarara mi postura en relación con la abstención de Izquierda Unida en la investidura del nuevo presidente de Extremadura. Hace unos días publiqué en este espacio un artículo de opinión del periodista Carlos Fonseca, en el que éste destacaba la coherencia de las compañeras y compañeros de Extremadura, que están recibiendo un auténtico varapalo político y mediático, liderado por el PSOE. Este post recibió adhesiones en mi cuenta de Facebook y los argumentos utilizados fueran básicamente dos; primero, si el PSOE y el PP hacen la misma política económica y social, ¿por qué debemos dar nuestro voto a los primeros, en lugar de abstenernos ante lo malo y lo peor? Y, en segundo lugar, ¿por qué tenemos que avalar a quienes en Navarra, Canarias y Euskadi sí gobiernan con la derecha y, además, les aplauden por ello?
Yo, por mi parte, añadiría nuevos interrogantes. Si el voto progresista ha dado en estas elecciones la espalda al PSOE, castigándole por la aprobación de la reforma laboral, la imposición de la jubilación a los 67 años de edad y el recorte de las prestaciones sociales, ¿por qué ha de actuar ahora Izquierda Unida como su salvavidas, votando lo que el propio voto socialista ha rechazado en las urnas? El PSOE ha ridiculizado nuestra política económica y social, se ha sometido a los dictados del mercado, ha abrazado la causa de la banca y la patronal, ha despreciado a toda la izquierda representada en el Congreso de los Diputados y se ha negado a pactar nada con nuestra formación, a la que ha ninguneado, incluso en el debate sobre la modificación de la ley electoral.
Desconozco si en Extremadura hubiera sido posible o no negociar un programa de gobierno con el PSOE o forzar, al menos, un giro a la izquierda en esa Comunidad. Imagino que las compañeras y compañeros de Izquierda Unida habrán hecho todo lo posible para abanderar un acuerdo en este sentido antes de optar por la abstención. Sus razones tendrán. Además, sus bases se han pronunciado en libertad y debemos escucharles. ¿Acaso no reivindicamos la participación ciudadana en la vida pública? ¿Qué entendemos entonces por Democracia Real? Son interrogantes que pongo sobre la mesa desde el respeto a Izquierda Unida de Extremadura, a cuyas compañeras y compañeros se les esta juzgando con excesiva dureza y muy poco respeto. No seré yo quien se sume a esta caza de brujas.