Revista Cine
Director: Stefano Sollima
Bueno... directo e inconfundible el título del presente film, opera prima de Stefano Sollima (hijo de Sergio Sollima). La película está basada en un libro de Carlo Bonini, y el título es en realidad una frase carcelaria que se ve en graffitis o tatuajes criminales, y hasta una banda punk le hizo una canción (no recuerdo qué banda específicamente, pero el ACAB es inconfundible). Stefano Sollima se me ha aparecido hasta en la sopa a raíz de que dirigirá las dos secuelas de "Sicario" que se preparan, así que me puse a revisar su filmografía y veo que no es tan larga (ésta y "Suburra", además de unos cuantos trabajos en la tele italiana), por lo que pensé "oye chato, ¿cuál es esa película de policías bastardos que tanto le gustó a Nicolas Winding Refn? ¿Hyena? ¿Y si la comentas junto a ésta?", y acá me tienen.
Un grupo de policías debe enfrentar los embates de la vida, que para algunos de ellos no es tan fácil (hijos rebeldes y tontos; divorcios y problemas familiares; soledad y sensación de menosprecio), así como también los duros embates del trabajo, que no tienen mucho que ver con papeleos de oficina como con piedrazos y escupos, la violencia de hinchas envalentonados y el desprecio de la sociedad en general.
Sé que comparar "ACAB" con "Hyena" no viene al caso, y no lo haré realmente, pero quiero señalar sus diferencias no para enaltecer la calidad de una y otra (innecesario toda vez que ambas son tremendas películas a su manera) sino que para poder ilustrar las características de ésta y, de paso, hacerme el camino más fácil. Si en "Hyena" el grupo de cuatro policías son unos bastardos corruptos que utilizan su placa para robar droga y beneficiarse ellos mismos impunemente (así dicho a la rápida), los de "ACAB", a lo más, en venganza golpean a unos cuantos criminales que a rostro cubierto hieren a los colegas más cercanos o le enseñan una notable lección a unos italianos borrachos y racistas. No serán de los trigos más limpios, pero no son corruptos. Además, los ingleses eran detectives en área de narcóticos; los italianos son unos celerinos, por lo que entendí, policías encargados de poner orden en eventos masivos como un partido de fútbol o una manifestación, una protesta potencialmente conflictiva. Además "ACAB" es más social y política, su motor narrativo descansa mayoritariamente en la relación de estos policías con su entorno, con la sociedad, y no tanto en el declive psicológico como se hacía en "Hyena". Por lo demás, ambas destacan desgarradoramente en construir duras y crudas realidades cargadas de una asfixiante atmósfera de ambigüedad moral; en construir personajes reales que respiran y sienten con dificultad, dadas las circunstancias. Que quede claro que "ACAB" no es propaganda policial ni nada por el estilo, pero tampoco es lo contrario, es decir, no enaltece los actos de los criminales ni mucho menos los muestran como justicieros y vaya uno a saber qué cosa. Acá la disección es mucho más profunda y compleja, ambivalente e incierta, pues todos los personajes están sumidos en la mierda, en la injusticia, y puede que uno de los policías reclame con que sus derechos prácticamente no se respetan ni por ciudadanos ni por políticos o administrativos, pero también es cierto que ese mismo sujeto golpea a su ex. Sollima nos introduce de lleno en un escenario desafiante en donde preceptos taxativos no tienen lugar, pues, sigamos: un policía, el más joven, vive con su madre en un departamento del que están a punto de ser echados, y de hecho la madre tiene una vivienda otorgada por el estado pero la misma está ocupada por extranjeros y, extrañamente, nadie los puede sacar de su ocupación ilegal, y el joven se debate entre los deberes que tiene como policía y los derechos que tiene como ciudadano y, más aún, italiano y residente legal. Entramos en terreno peligroso, pues otro amigo de los policías tiene una particular aversión a los rumanos y de repente se pone filofascista, y así podemos seguir: nadie es perfecto, tampoco lo es el trabajo de policía, pero alguien tiene que hacerlo, y al final, ¿quienes son los que en minoría se enfrentan a hordas de criminales? No es justificar, es exponer la situación de unos y otros, con sus fallos y aciertos, pero como dije, Sollima apunta más alto, pues el suyo es un retrato de la sociedad.
Como en "Hyena", el tramo final, yo diría los último cuarenta minutos o así, también incrementa notoria e infartantemente su calidad narrativa, pues si en el metraje previo la tensión subyacente se mantenía como un peligro latente, de un momento a otro el fotograma se inunda de rencor, o de indefensión, o de miedo, o de justicia, o vaya uno a saber qué piensan estos policías cuando sienten que nadie les cubre las espaldas. ¿Quiénes son los malos? ¿Quiénes son los buenos? ¿Se pueden responder esas preguntas? ¿"El único policía bueno es el policía muerto"?
En definitiva, gran opera prima la de Stefano Sollima: descarnado estudio de personajes y compleja reflexión de un estado de las cosas tan cambiante como estático. Eso sí, la banda sonora es malísima... quiero decir, algunas canciones son buenas, pero viejo, ninguna pega y cada vez que suenan generan más contrariedad que inmersión, si bien admito que un par de secuencias quedaron interesantes (como la del Where is my mind de The Pixies), aunque insisto: no pegan en lo absoluto. Por lo demás, gran película.