Acaba de publicarse mi último libro “Antiaging: cómo mantener tu piel más joven. Consejos del dermatólogo”.
En los 25 años que llevo trabajando como dermatólogo ha sido una constante el encontrarme en muchos medios con informaciones no rigurosas sobre nuestra especialidad: cremas milagrosas, técnicas rejuvenecedoras revolucionarias, pastillas con efectos cutáneos asombrosos, tratamientos mágicos para enfermedades crónicas de la piel, etc. Hoy es fácil encontrar información pero difícil encontrar el conocimiento.
Por ello quería escribir un libro donde se explique de forma sencilla pero rigurosa y honesta qué hay de verdad sobre los avances de nuestra especialidad. No tengo conflictos de interés con la industria farmacéutica. Por ello en este libro me permito hacer muchas afirmaciones políticamente incorrectas, pero científicamente sólidas como por ejemplo el verdadero valor de las cremas, cómo hay que simplificar los cuidados cosméticos, por qué no hay que beber tanta agua cómo nos recomiendan, la falta de evidencia científica de los tratamientos antiaging como los antioxidantes, los suplementos vitamínicos u hormonales, la realidad de los tratamientos basados en células madre, la sorprendente recomendación de que sí es conveniente tomar el sol (¡lo dice un dermatólogo!), cómo poder diferenciar si un tratamiento es marketing o realmente funciona, cómo te toman el pelo con los tratamientos antialopecia, qué tratamientos estéticos producen resultados naturales y cuáles no, si existe algo para mejorar la flaccidez sin cirugía, etc.
Os llamará la atención que la palabra destacada del título del libro sea Antiaging, cuando yo soy dermatólogo y me dedico a la piel. El Antiaging o el Manejo del Envejecimiento es una disciplina que está de moda pero que solo está al alcance de unos pocos. Nadie va al médico de cabecera y le dice que quiere un “programa antiaging”. Pero el dermatólogo es más accesible a la población. Y al dermatólogo sí se le pregunta cómo mejorar la calidad de la piel.
Por ello creo que los dermatólogos tenemos la gran oportunidad de EDUCAR a nuestros pacientes en el verdadero Antiaging. Cuando nos consultan sobre cómo mejorar la calidad de la piel podemos aconsejarles además cómo prevenir los signos de la edad de una forma honesta y científica. Debemos transmitir al paciente que no vale de nada cuidar la piel si no nos cuidamos por dentro, si no incluimos en nuestros hábitos de vida el deporte, el cuidar nuestra mente, el hacer una dieta correcta. Los dermatólogos podemos hacer que nuestros pacientes envejezcan más sanos y sobre todo más felices.
Cuando un paciente viene a nuestra consulta para mejorar su aspecto lo primero que le recomendamos es: cuidar lo que come, hacer deporte y cuidar la mente a través del yoga, la meditación, tocar un instrumento, oír música, pasear, leer un libro en un rincón tranquilo, incluso tomar una cerveza con los amigos.
En los años 80 y 90 se abusó de “estirar” la piel a través de la cirugía, con resultados no naturales. A principio del siglo XXI se abusó de dar volumen, de los “rellenos”, y hoy podemos ver cara hinchadas, pómulos excesivos y labios grotescos. El presente y el futuro se basa en revitalizar la piel, en ayudar a que el paciente siga produciendo su propio colágeno a través de las técnicas que explico en el libro. Al final se trata de conseguir que el paciente aparente su propia edad pero con “buena cara”. Hay que educar a los pacientes en que “menos es más”.
La batalla contra el envejecimiento la tenemos perdida desde el nacimiento. Pero es cierto que tener una buena piel da una buena impresión. Hay estudios que demuestran que lo primero que nos fijamos al conocer a una persona es su piel. Por ello antes de intentar mejorar arrugas o flaccidez tenemos que mejorar es la calidad de la piel. Eliminar manchas, cicatrices, venas, aumentar la luminosidad es algo que agradecen nuestros pacientes. Y es curioso porque un paciente al verse bien, se siente mejor. Muchos pacientes nos dicen que se sienten jóvenes pero se miran al espejo y no se reconocen. Con las nuevas técnicas mínimamente invasivas la dermatología moderna puede conseguir que el paciente envejezca con elegancia y discreción. Ser bello es sentirse bello.
A primera vista la dermatología estética puede resultar una especialidad algo frívola. Pero os voy a contar por qué tengo pasión por esta especialidad. Es fascinante comprobar cómo puedes ayudar a los pacientes a mejorar su calidad de vida si practicas una dermatología estética honesta y rigurosa. Ayudar a un paciente con quimioterapia a mejorar la calidad de su piel o de su pelo, eliminar un angioma (tumor rojo) con láser a un niño en la cara que le estaba dificultando la visión, limpiar una mancha hormonal que está amargando la vida a una chica joven, tratar las cicatrices de acné de un adolescente con láser CO2 fraccionado, mejorar la calidad de vida de un paciente con parálisis facial usando Botox, o hacer que una persona se vea en el espejo con la edad que se siente, son logros que hoy la dermatología estética moderna puede conseguir de forma segura y eficaz.
En este libro aparecen una serie de consejos que si los sigues de forma prudente pueden ayudarte no sólo a parecer más joven sino a sentirte mejor con la edad que tienes. Y no olvidar que las arrugas más difíciles de tratar son las del alma.
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