Pretende el Gobierno de Rodríguez Zapatero, en uno de sus últimos Consejos de Ministros, que todos los empleados de hogar, empleadas habría que decir más bien por ser la inmensa mayoría, cobren al menos el salario mínimo interprofesional en metálico, coticen a la Seguridad Social y reciban, como el resto de los trabajadores, dos pagas extraordinarias. Se trata de una auténtica revolución que pondrá fin a una situación de desigualdad y, al mismo tiempo, permitirá que aflore un importante nicho de economía sumergida.
En el caso de las empleadas del hogar lo que debería ser norma, una situación laboral legal, se convierte en excepción y buena prueba de ello es el dato de que en Galicia solo el 20% de las mujeres (y los hombres) que están empleadas en las tareas del hogar tienen seguro y están al día en cuanto a cotizaciones a la Seguridad Social.
Lo realmente curioso de este asunto es que no son solo los empleadores los que incumplen las normas ya que hay muchas mujeres que se resisten a suscribir un contrato ya que los ingresos como empleadas de hogar sirven para complementar otros procedentes, incluso, de diversos tipos de pensiones.
Contra esta práctica, otro tipo de fraude, también debería servir para luchar esta normativa que entra en vigor el próximo 1 de enero y que, sin lugar a dudas, servirá para reparar una discriminación de muchos ańos. Aunque habrá que esperar a que el Gobierno ponga los medios necesarios para que, como es habitual, impedir que la picaresca campe a sus anchas.
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