Resulta inaudito ver las listas de medicación de personas tan extremadamente deterioradas que ni saben para que son sus 20 pastillas ni las pueden tragar, resulta trágico ver a ancianos sometidos a procedimientos agresivos (endoscopias, implantación de marcapasos….) cuando están tan demenciados que no pueden firmar su propio consentimiento, resulta dramático saber de personas muy mayores que permanecen atados a las camas para evitar que se arranquen las sondas naso-gástricas que les alimentan artificialmente; resulta desgarrador clavar vías y hacer radiografías a pacientes que clínicamente están dando sus últimas bocanadas; resulta inhumano comenzar antibióticos o trasfundir sangre a alguien que dejó de reconocer a su familia o saber su nombre hace una década. Resulta, en fin, una tragedia que de tanto preocuparnos en vivir, nos hemos olvidado de morir.
Yo de mayor quiero ser anciana, sí señor, yo quiero ser vieja. Y si me demencio quiero acabar cuando antes la tragedia de no ser yo. No quiero médicos majaderos que alarguen mi vida solo por que la ciencia se lo permite.
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