Hospital del Tomillar (Europa Press)
No hace mucho, los trabajadores de las cafeterías del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla se vieron envueltos en un conflicto por la volatilidad que se cernía sobre sus puestos de trabajo a causa del cambio de contrata con la empresa prestataria del servicio. No era algo nuevo y, por lo que se ve, tampoco sería la última agresión que iba a sufrir la plantilla –o parte de ella- del centro. Son, simplemente, las consecuencias de la política que vienen impulsando los gestores de la sanidad pública, de manera gradual pero progresiva, para “externalizar” áreas, servicios o colectivos que conforman los “recursos” humanos y técnicos de un hospital, de tal manera que sean empresas privadas las queofrezcan tales servicios y/o se hagan cargo del personal que los dispensa, a cambio de un canon económico mucho más “rentable” (barato) que hacerlo con la plantilla propia. La cosa viene de antiguo: empezó con los guardas de seguridad que sustituyeron a los celadores en la vigilancia de los accesos y las visitas; siguió con las limpiadoras que ahora pertenecen a la empresa de servicios Eulen; afectó a los camareros de las cafeterías y, los últimos por ahora, al personal de mantenimiento. Una política que afectará, tarde o temprano, a todo el personal, sea subalterno, administrativo o sanitario, hasta concluir en la privatización en la gestión de la asistencia sanitaria a la población, siguiendo esa tendencia del capitalismo de transformar derechos (a la salud, etc.) en valores de cambio, es decir, mercancías.Precisamente, contra eso es por lo que están luchando los trabajadores de mantenimiento de los hospitales del Servicio Andaluz de Salud (SAS), para que el futuro que les aguarda no sea la “externalización” de sus funciones y de la plantilla, con la excusa de una nueva normativa que reduce sus categorías profesionales y los aboca a la polivalencia. Por ello, desde hace dos meses, estos trabajadores han levantado campamentos en diversos hospitales públicos de Andalucía (Virgen del Rocío, Macarena y Tomillar, en Sevilla; Reina Sofía de Córdoba, Hospital Regional de Málaga y otros), sin que ello afecte a su trabajo diario, como acción de denuncia de una situación que consideran injusta. Al parecer, la Administración hace oídos sordos a sus reclamaciones y no se sienta a negociar las reivindicaciones del colectivo.
H. Virgen del Rocío
Un colectivo que vio modificadas sus condiciones laborales en virtud de una Orden del SAS, publicada el 16 de junio de 2008, que reducía las diferentes categorías profesionales existentes (albañiles, electricistas, fontaneros, mecánicos, etc.) a sólo dos, técnico de mantenimiento y técnico especial, para las que requería una titulación específica que supondría –como caramelito envenenado- una supuesta mejora salarial al acceder la mayoría de los profesionales al grupo C, en vez del D, en la escala retributiva del empleado público. Desde entonces ha llovido mucho y la situación sigue estancada y sin visos de entendimiento. Los trabajadores, sospechando las intenciones reales de la propuesta, exigen el mantenimiento de las categorías profesionales, la creación de una bolsa única de contratación y la publicación de los listados definitivos de la carrera profesional. Recuerdan, además, que a otros colectivos sanitarios, como el de las auxiliares de clínica, se les reconoció la nueva titulación con la antigüedad en el desempeño de tales funciones.Consideran los trabajadores de mantenimiento, unos mil en toda Andalucía, que el SAS prepara el terreno a la privatización del servicio y a desprenderse del personal que lo presta, al tiempo que procura la polivalencia en sus funciones en vez de la especialización, sin tener en cuenta que estos profesionales velan, las 24 horas del día, por el normal funcionamiento de las infraestructuras que hacen posible la actividad rutinaria de un centro sanitario (que no falte agua, electricidad, funcionen los ascensores, estén preparados los gases para la anestesia, circule aire acondicionado, etc.) y solventan cualquier incidencia o avería que surja.
Soplan malos tiempos para las reivindicaciones laborales y el respeto a los derechos de los trabajadores y los ciudadanos. Una crisis económica y el abandono de ideales progresistas nos hacen temer que estos compañeros lo tienen crudo. Pretender conservar derechos, mantener categorías profesionales y que los interinos y eventuales tengan las mismas oportunidades que los fijos –pensando en los hijos y el mundo que les entregamos- son retos casi utópicos que movilizan a unos trabajadores de mantenimiento y que ellos solos no deberían afrontar en desigual combate. Al parecer, están huérfanos de la solidaridad del proletariado, cuya unión nunca ha sido ejemplar. Ojalá tome consciencia de la amenaza antes de que los demás colectivos sanitarios deban unirse en la acampada. Puede que entonces ya no quede nada por privatizar.