Revista Opinión

Accidentes de tráfico

Publicado el 22 noviembre 2015 por Lordagar

No hace falta enumerar las muertes producidas por accidentes de tráfico acc1día tras día, año tras año;  una es demasiado. Una es demasiado porque realmente son evitables, no podemos decir que el 100%, pero si la gran mayoría.

En la autoescuela nos enseñan a conducir y circular, pero cuando ya tenemos el carné y vamos por las carreteras y calles del país, demostramos que no estamos suficientemente preparados, vistos todos los accidentes graves y mortales que se producen.

Conducir un vehículo lo sabemos hacer; acelerar, frenar, maniobrar, son

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acciones que aunque no las hagamos con maestría, sólo repercutirán en la mecánica y estructura del coche, pero no habrá más riesgo que el que supone una afectación de nuestra economía personal.

Circular, saber circular, es otra cosa; respetar las normas de circulación y mantener una actitud tolerante y respetuosa al volante se hace imprescindible, ya que todos nos podemos despistar o equivocar en algún momento, y esto tiene que ser entendido por los demás, al mismo tiempo que debemos ayudar.

Todo esto está muy bien, pero no es todo lo habitual que tendría que ser; y esto es por las “circunstancias” que nos rodean a cada uno individualmente.

Es cierto que la señalización no esta bien ubicada en muchos casos, y que los responsables que toman la decisión de dónde situarlas, también deben hacerse la siguiente pregunta:

¿ Cuantas veces es necesario repetir una señalización para que esta sea visualizada y comprendida por el conductor?

Si no vemos la señal, difícilmente no, imposible que la podamos obedecer; los límites de velocidad en muchos casos no están adecuados al estado y tipo de vía por los que circulamos, y así se dan casos de velocidad

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inadecuada, tanto de más cómo de menos. Si en una acción cómo es la de mirar por el retrovisor, que esta implícita cuando conducimos nuestro vehículo, coincide con una señal de limitación de velocidad, ( por ejemplo) es bastante fácil que no la veamos, y  en consecuencia, que no la cumplamos; naturalmente esto se amplía a cualquier tipo señal.

Las circunstancias individuales de cada uno, son en mayor medida el desencadenante fatal de los accidentes graves y mortales; ya que en teoría cuando conducimos, sólo tendríamos que dedicarnos a ello, a conducir, y tener nuestra mente ocupada en la conducción y circulación de nuestro vehículo y la de los demás.

Una mejora del transporte público, en precio, rutas y horarios, repercutirían directamente en la polución, el tránsito y nuestra economía,

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ya que diariamente muchas personas realizan trayectos fijos del trabajo a casa y viceversa; y podrían utilizar el vehículo tan sólo en desplazamientos que tengan que ver con su vida privada. La mejora sería notable.

La realidad es que cuando conducimos lo hacemos con estrés, con urgencia por llegar, enfadados, bebidos o drogados, con falta de tiempo para realizar nuestros recados u obligaciones laborales, con prepotencia, sin educación ni respeto a las personas y normas de circulación.

Estos condicionantes vienen dados por el tipo de vida que tenemos que

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llevar, y que normalmente nosotros no decidimos, ya que viene dada por la sociedad de la que formamos parte.

Se hace difícil, lo se, pero tenemos que valorar que utilizar más tiempo de nuestra vida en una correcta y educada circulación cada vez que realizamos un trayecto, nos hace sentir mejor y más realizados a nivel personal.

A lo largo de cada día de nuestra vida, llegamos a perder infinidad de tiempo, el que perdamos un poco en nuestra seguridad y la de todos, hace que podamos seguir perdiendo y disfrutando de más tiempo, y eso significará, que estamos con vida para hacerlo.

No somos culpables de no haber recibido una buena instrucción al

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respecto, pero si de nuestro comportamiento.


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