Revista Economía

Accidentes iii.

Publicado el 27 marzo 2015 por Torrens

Para mayor desgracia parece ser que la razón del accidente de Germanwings es la peor posible, el suicidio del copiloto, convertido en asesinato en masa.

Apurando mucho la intención de ver algo positivo en la desgracia, me quedaría con que esta vez todas las administraciones públicas, la nuestra y la de los países implicados, han actuado con eficacia y corrección, con especial mención al fiscal francés del caso, y la prensa también ha tenido una actuación mesurada, aunque en parte sea debida a que no les han permitido tomar a los familiares de las víctimas por asalto.

La inmensa gravedad del hecho me ha sugerido dos consideraciones. En primer lugar la fácil conclusión de que la humanidad está desquiciada. Parece ser que el copiloto había sufrido depresiones que habían provocado la ralentización de su carrera en la compañía, lo que podría ser una razón para suicidarse de forma tan catastrófica y de esta manera vengarse de la compañía que no le había tratado bien, pero aparte sea la que sea la razón íntima para cometer tal atrocidad, apostaría a que siguió el siguiente razonamiento, por llamarlo de alguna forma, ‘yo me suicido, pero no se van a enterar solo en mi pueblo y con notas cortas en cuatro periódicos, sino que se va a enterar el mundo entero’. Ya es muy larga la lista de problemas y catástrofes provocados por el oscuro y absurdo afán de notoriedad que parece haberse instalado en nuestra sociedad. Aún existen héroes anónimos, pero los locos por la enorme audiencia son cada vez más.

Cuando a raíz del accidente del Costa Concordia, causado por la ineptitud de su capitán, se informó que el sueldo medio que la compañía pagaba a los capitanes de sus buques había sufrido una reducción del 20% en tres años, ya comenté que la inmensa barbaridad del liberalismo salvaje y la desregulación de casi todas las actividades económicas, no solo nos había llevado a la peor crisis desde 1929, sino que provocaba graves problemas puntuales en sectores concretos. La competencia con unas normas mínimas de obligado cumplimiento favorece el crecimiento de la economía, pero la competencia a lo bestia, sin límites, solo favorece la aparición de piratas del capitalismo y colapsos financieros individuales y colectivos.

En el sector del transporte la súper competencia ha reducido considerablemente los precios, y ha propiciado la aparición del Low Cost, pero las compañías que reducen considerablemente sus precios también deben reducir sus costes si pretenden mantener un nivel aceptable de beneficios y es inevitable que dicha reducción de costes acabe afectando no solo a la eficacia sino también a la seguridad, incluso en un sector como la aviación, que pese a la desregulación afortunadamente todavía mantiene una normativa estricta y extensa, y a una compañía como Lufthansa que siempre ha estado muy por encima de la media en eficacia y seguridad. Precisamente Germanwings se encuentra en un proceso de fuerte reducción de costes que han provocado problemas laborales, debido a unas pérdidas extraordinarias en 2014, y parece ser que el copiloto tenía cierto historial de problemas psicológicos que hace años sin duda habrían sido suficientes para evitar que tomase los mandos de un avión de la compañía.

La época en que las compañías de transporte estaban sujetas a estricta normativa que cumplían escrupulosamente aunque fuese a un nivel de precios elevado ha pasado a la historia, pero con ella también lo ha hecho parte de la elevada seguridad del antiguo sistema.

Precisamente dos días después del accidente se discutió en la Eurocámara sin ninguna conclusión relevante la relación entre Low Cost, bajos salarios y seguridad aérea, precisamente a iniciativa de los sindicatos de pilotos. Curiosamente nadie en la Eurocámara discute como se puede acabar con el liberalismo salvaje, más bien lo contrario, todo señala hacia más de lo mismo, sea cual sea la opinión de la ciudadanía. Siempre que se plantea este problema las principales compañías Low Cost aducen que están entre las más seguras del mercado, comentario muy tramposo porque debido a que es todo el sistema que es seguro las diferencias entre unas compañías y otras son ridículas excepto cuando, como Germanwings ahora, sufren un accidente. Precisamente el problema es que mantener ese nivel general de seguridad es caro y algunas compañías Low Cost hace tiempo que presionan para reducir la exigencia todavía más, cosa que espero no consigan nunca.

También se ha planteado el problema de seguridad creado precisamente por un elemento de seguridad: el bloqueo de la puerta de acceso a la cabina. Hasta el accidente de Germanwings solo las compañías israelitas, británicas e Iberia obligaban a que en la cabina hubiese siempre dos personas, pero ahora parece que esta norma va a hacerse general. Otra solución mucho más cara pero también más segura sería que la cabina fuese autónoma del pasaje, con lavabos y el servicio de catering suficiente para que los pilotos no tuviesen que utilizar la puerta que podría permanecer bloqueada a lo largo de todo el vuelo, pero esto no solo supone una modificación cara de la distribución interna del avión, sino que reduciría las filas de pasaje en al menos una o dos, y a ese coste nadie creo que lo aplique.


ACCIDENTES III.

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