Fecha: 7 mayo 2016
Asistencia: 50.000 personas
Precio: Desde 65 euros
Artistas Invitados: Tyler Bryant & the Shakedown
Músicos: Axl Rose (voz), Angus Young (guitarra), Steve Young (guitarra), Cliff Williams (bajo) y Chris Slade (bateria)
AC/DC inician nueva gira en Lisboa: Angus Young y Axl Rose se salen con la suya
Los fans de AC/DC han (hemos) pasado por todas las fases del duelo en los últimos dos meses, desde que se anunciara la baja del vocalista Brian Johnson por el riesgo de inminente y galopante sordera en caso de seguir berreando al frente de la maquinaria. Así las cosas, se ha pasado de la negación al enfado, del enfado a la negociación, de la negociación al dolor emocional y del dolor emocional a la aceptación. Parecía imposible, pero de la misma manera que el Tajo desemboca en el Atlántico, la situación ha termiando resultando relativamente normal después de tanto pasmo, de tantos dimes y diretes, de tanto alucine con el 'crossover' definitivo del rock dinosáurico de estadio.
Por supuesto, los asquerosamente inmovilistas (a la par que extremadamente eruditos en su mierda, según creen) fans del heavy y del rock duro, siempre prestos a encasillarse ellos mismos en su propio autocreado guetto, no pueden comprender cómo la gente inculta disfruta de tan inmenso engendro, pero quizás se les olvida el pequeño detalle de que AC/DC no les pertenece. Igual se les escapa que no hay nadie que ame más al grupo que el propio Angus Young, al que algunos desagradecidos señalan como el epicentro del eje del mal. Igual se les escapa que AC/DC es más grande que la propia vida. Igual se les escapa que la salud de Brian Johnson está en peligro y que cancelar una gira de este tamaño es la jodida ruina. Igual sencillamente ahora se atiende demasiado a las opiniones de gente que no tiene nada que decir.
Porque después de semanas en los que internet ardía con mensajes de quejas y el personal iracundo reclamando su dinero de vuelta por el fichaje prostrero de Axl Rose, resulta que llegamos al primero concierto de la gira, este sábado 7 de mayo en el Paseo Marítimo de Alges, a las afueras de Lisboa, y la avalancha por entrar al concierto es como de otra época, con miles de personas pacientemente caminando hacia la tierra prometida. Puede que unos miles hayan causado baja, pero desde luego el grueso de la parroquia ha entendido el órdago y acude a la cita a la hora señalada, comprendiendo que se trata de una situación extrema que, precisamente por su excepcionalidad, necesita de una huida hacia delante a la altura de la exigencia.
Y bueno, de la misma manera que parecía imposible que toda esta historia de Axl Rose terminara haciéndose realidad, también parecía imposible que el diluvio cesara sobre nuestras cabezas en la capital portuguesa. Porque concretamente nosotros, en ilustre póker vestido de gala, comenzamos a sufrir las inclemencias meteorológicas desde el mismo instante en el que tomamos tierra a eso de las 9 de la mañana. Y nos calamos y nos cambiamos y nos calamos y nos desesperamos y nos volvimos a calar y se nos acabó la ropa de repuesto y cruzamos los dedos y apretamos los dientes y miramos al cielo guiñando un ojo pidiendo clemencia. Y no contábamos con ello, pero a eso de las ocho de la tarde apareció el sol al fondo y miles de personas aullaron y aplaudieron mientras vislumbraban los cuernos del escenario al fondo. Y comenzamos a secarnos, aunque el lodazal bajo nuestros pies resultara desesperadamente repugnante en pleno siglo XXI.
Pero lo cierto es que el ambiente tiene su gracia pues el suelo que pisamos no dejan de ser las arenas movedizas sobre las que todo se sustenta en este giro inesperado de los acontecimientos. Pero la lluvia se ha ido, los pájaros empiezan a revolotear confiados, el sol se va y en el escenario aparece Angus Young para delirio de la parroquia, flanqueado por el bajista Cliff Williams, el guitarrista sobrino Steve Young y el baterista Chris Slade. Y en el centro, egregio en su condición de tronista, el tipo más odiado por los fanáticos, el vocalista Axl Rose, seguramente disfrutando sin poder expresarlo abiertamente por respeto, del día más feliz de su vida. Y cerrando muchas bocas en su inesperado año de gloria.
Porque el también cantante de Guns n' Roses lo tiene todo, es la última gran estrella del rock de estadio, de manera que seguramente hay pocas cosas que realmente le motiven humildemente. Pero al enterarse de la baja de Brian Johnson contactó con AC/DC para ofrecerse en su condición de fan total y, aquí estamos, apenas un par de meses después, con un concierto de rock abriendo los informativos televisivos de medio mundo, portadas en la prensa 'seria' y miles de referencias instantáneas en internet. Tan entregado a la causa estaba Axl Rose que apareció en escena tan solo cinco minutos después de la hora prevista, en un alarde de profesionalidad diríase que inédito hasta ahora en su trayectoria. Tal es la altura del reto.
Y desde el fondo comienza a avanzar con su trono sobre una plataforma de ruedas al ritmo de 'Rock or Bust' hasta colocarse al frente del escenario, sabedor de que absolutamente todos los presentes están más pendientes de él que del mismísimo Angus Young quien, por otro lado, se reivindica desde del primer minuto correteando aún más que nunca de un lado al otro del escenario, como tratando de llenar el espacio que evidentemente ha quedado vacío tras la marcha forzosa de Brian Johnson. La fusión resulta demoledora al constatar que el estado de voz de Axl Rose es de un poderío incuestionable, con un vigor impensable hace apenas un par de años. Pero la reunión con Slash y Duff en Guns n' Roses le ha rejuvenecido y este fichaje por AC/DC le ha convertido en una especie de Ave Fénix del rock cuando ya no tantos daban millones por él.
El público aúlla, alza los cuernos y arroja las cervezas en señal de aprobación mientras suenan 'Shoot to thrill' y 'Hell ain't a bad place to be'. Axl Rose está tan cómodo que incluso bromea acerca del "bonito día" en Lisboa antes de la primera gran prueba de fuego que es 'Back in black', de la que vuelve a salir airoso con pasmosa solvencia. A ver, Axl Rose ha estado fatal en los últimos años con Guns n' Roses, hay cienes de vídeos en internet que lo demuestran, y por eso resulta especialmente feliz verle de nuevo tan enchufado en pleno año 2016, cantando cómodo, sentado en plan Bertín Osborne en 'Contacto con tacto', así como tumbado de lado en su poltrona. Tal es su confiaza mientras se retuerce y golpea incesantemente su pierna derecha contra el suelo y a duras penas mantiene inmovilizada la izquierda.
Otra inesperada buena noticia para el público (quizás no para los monolíticos) es que la llegada de Axl ha abierto un nuevo mundo de posibilidades en cuanto al repertorio, con la inclusión por ejemplo de 'Rock n Roll Damnation' por primera vez desde el año 2003, justo después de 'Got some Rock n Roll Thunder' y la muy coreada 'Dirty deeds done dirt cheap'. Y es entonces cuando llega 'Thunderstruck' y el gentío comienza a desnudarse (es decir, a quitarse los chubasqueros y las katiuskas) ante tal demostración de poderío por parte de una banda que suena tan inapelable como siempre, en esta ocasión respaldando a un vocalista por el que nadie daba un duro pero que ha demostrado ser tan fan como cualquiera, haciendo justicia, tal y como él mimso dijo, al repertorio de AC/DC y al trabajo del, por otro lado, siempre añorado Brian Johnson.
Pero ojo, porque es con 'High Voltage' cuando empieza a comentarse lo insospechado, esto es, las similitudes entre la voz de Axl y el malogrado Bon Scott, segundo vocalisat del grupo y fallecido en 1980. Porque resulta que la elección de Axl, aparte del indudable tirón para minimizar el daño e incluso ganar nuevos adeptos, tiene sentido al comprobar lo bien que se amolda a los temas más viejos, atreviéndose incluso a juguetear vocalmente con el público, mientras lucha por mantenerse sentado en la silla, sin duda un calvario mientras estás liderando la liturgia de AC/DC. Y aún así interactúa con un Angus que tiene tiempo de recorrer sin parar el escenario de derecha a izquierda, de delante a atrás, y de merodear alrededor de su nuevo vocalista. ¡Esto es la hostia de loco!
Prosigue la velada con 'Rock n Roll Train' y la grandilocuencia de 'Hells Bells' (se echa en falta que Axl se cuelgue de la maldita campana, venga, si ya sabemos que puedes andar de nuevo, que te pusiste en pie al final de 'Let there be rock'), antes de la inesperadamente recuperada 'Given the dog a bone' y de la oscura densidad guitarrera de 'Sin city'. Siempre habrá quien se niegue a aceptar la maldita realidad, pero los que hemos sentido su insoportable peso en alguna ocasión sabemos que no caben medias tintas cuando se trata de elegir entre vida o muerte. Porque como bien ha dicho recientemente Angus, "no puedes llamar a una gira rockea o revienta y después reventar".
Y como no hay opción, no podemos hacer otra cosa que menear los pies sobre el barro al contagioso ritmo de 'You shook me all night long', que llega justo antes de esa joya que es 'Shot down in flames', del disco 'Highway to hell' de 1979. Ese disco que yo, nacido en 1978, tanto miraba cuando mi hermano mayor se iba de casa y yo aprovechaba para sacarlo y olerlo y mirar las fotos y observar a Angus y Bon y compañía (mi canción favorita sigue siendo 'If you want blood (you got it) y bueno, casi mejor que no la tocaron, porque Guns n' Roses me marcó profundamente en la adolescencia y no estoy seguro de poder soportar ciertas cosas a los 37 años).
'Have a drink on me' siempre fue un tema de mucha exigencia para Brian Johnson, y quizás fuera el más complicado para el recién llegado quien, en cualquier caso, vuelve a demostrar que cuando le da la gana, y ahora le da la gana, es poderoso hasta límites mitológicos. Podéis pensar lo que os dé la gana, podéis poner vídeos de mierda en YouTube y pensar que estoy loco, pero AC/DC es un grupo para que te taladre en directo y en ese objetivo encaja Axl Rose de una manera que ni yo mismo imaginaba hace tres semanas, cuando se hizo oficial su fichaje y tardé aproximadamente un cuarto de segundo en saber que el 7 de mayo debía estar en Lisboa.
Nuevo cambio en el repertorio con 'T.N.T.' antes de la eclosión de 'Whole lotta Rosie' y antes del fin del mundo con 'Let there be rock', como siempre con un Angus catedralicio, que camina por la pasarela hasta adentrarse en la multitud mientras el viento mueve sus ropajes (no se atreve a quitarse la camisa blanca y es lógico porque parece enero) y amenaza con derrumbarle. Incluso los elementos parecen desconocer que lo que esta aconteciendo en la noche de este sábado en la capital portuguesa ya no puede pararlo nadie. Es historia de la música de nuestro tiempo y a estas alturas ya todos lo tenemos claro, pues las dudas se disiparon con el diluvio universal. Y Angus hace su solo de electricidad infinita sin miedo a meter los dedos en el enchufe, puesto que él es el mismísimo enchufe.
Sorpresa de las tochas ahora pues se cuela 'Riff Raff', una vieja canción del disco 'Powerage' de 1978 que Axl ha interpretado en diversas ocasiones a lo largo de los años con Guns n' Roses y que vuelve del revés la maldita explanada del infierno pluvial en el que se ha convertido la desembocadura del río Tajo. El enésimo guiño a la época de Bon Scott, tan querida por los fans de más enraizado abolengo, que es recibido como maná caído del cielo (ya que caiga lo que tenga que caer, no nos importa una maldita mierda) por el gentío en general y por los que encuentran placer en hacer la croqueta por el barro en particular.
Bon Scott y Brian Johnson (y Dave Evans, primer vocalista del grupo, pues Axl es el cuarto) les bendicen a todos ellos mientras Angus dispara el riff de 'For those about to rock (we salute you) y los sempiternos cañones se alzan a ambos lados del escenario para desencadenar la tormenta final ante un mar de relucientes cuernos rojos que, por una vez, representan la victoria del bien sobre el mal. Representan la vida sobre la muerte. Representan la inmortalidad de AC/DC contra viento y marea, contra rayos y centellas. Porque aunque nadie sepa qué va a pasar cuando acabe esta gira, AC/DC habitará para siempre en miles de hermanos que se conocen a través de sus canciones.
Y esto es algo que no se puede explicar con palabras. Esto es algo que se resume en una actitud ante la vida: Rock or Bust. Rock and never ever Bust. O camina y revienta como El Lute. Da igual donde, da igual cuando. Porque el reino de AC/DC no es de este mundo y no pertenece a nadie. Porque ardemos bajo la lluvia, nos alzamos sobre el fango y nunca reventaremos.