El actual barrio de Aceca, antiguo despoblado, con estación de F.e. y central térmica, depende administrativamente de! municipio toledano de Villaseca de la Sagra, en cuyo término se localiza hacia el SE.
Está situada la población de Aceca en la margen derecha del río Tajo, límite natural con el término municipal de Aranjuez, al otro lado del río. Pero es en los cerros próximos que se extienden hasta la desembocadura del arroyo de Guatén, que discurre de norte a sur por la Sagra, donde las huellas arqueológicas presentan diferenciadas las épocas históricas de este asentamiento y de su primitivo castillo medieval convertido en palacio.
A unos seiscientos metros al este del puente férreo sobre el Tajo se alza un cerro de 500 m. de altitud que llaman La Bóveda en e! que hoy se levantan, junto a las casas de una finca de labranza, las ruinas del viejo palacio de Aceca. Al norte de este lugar pasa paralela al río la antigua cañada de Puchereros, casi borrada, que llegando desde Mocejón pasa por el centro de! barrio y sale hacia el paraje de Barcilés (Añover de Tajo) por e! este.
Dentro de la escasa historiografía local sobre Villaseca de la Sagra, se considera Aceca como uno de los núcleos originarios de poblamiento de esta zona de la Sagra baja y origen directo de la fundación de Villaseca. Fide! Fuidio exploró e! lugar de Aceca y escribió en 1934 que el despoblado y el castillo junto al río eran una fortaleza o arce romano, situado en un punto estratégico «digno de estudio» y en el cerro «en su parte más oriental un castillo de tradición medieval árabe» 1 y entre éste y el puente del ferrocarril advertÍa restos de muros, una construcción circular de fuerte argamasa en la parte de vega y grandes paredones en la orilla del río; asociaba a estos restos fondos de ceniza, tejas y ladrillos, vasijas y muestras de cerámica sigillata, como también un cementerio entre las ruinas y la cañada 2.
El prehistoriador Martín Aguado cita entre los yacimientos paleolíticos a lo largo de! río Tajo los Cerros de la Bóveda, en Aceca (Villaseca de la Sagra), junto a la desembocadura del Guatén, en la terraza media conteniendo sílex atípicos datables desde el Musteriense hasta el Neolítico '. El Inventario Arqueológico Provincial de Toledo recoge las prospecciones realizadas en Aceca, que abarcan distintos horizontes culturales secuenciados, confirmándose cierta continuidad histórica del asentamiento acequeño en los llamados por extensión «Cerros de la Bóveda» 4.
Desde el Paleolítico Inferior, con útiles del achelense medio (300.000 años de antigüedad), se pasa a los restos del Neolítico Final, del Calcolítico precampaniforme de cerámica lisa y puntas de flechas de sí- lex, las cerámicas tipo Ciempozuelos del Calcolítico campaniforme; el Bronce Medio con cerámicas lisas argáricas, el Bronce Final con cerámicas decoradas y la presencia cultural ibérica con el empleo del torno de alfarero.
Y la irrupción romana, que en su período íbero-romano presenta asentamientos en torno a los cerros y, en el período Alto-imperial, trae consigo la edificación de villas en las ronas cercanas a esos cerros, engrandecidas durante el final del Imperio como lo testimonia el lugar de las «Tejitas», más al norte de Aceca, con sigillatas tardías.
La Edad Media se manifiesta en restos arqueológicos islámicos hallados en las cercanías de los cerros, así como los restos de una «fortaleza hoy arrasada en el cerro que algunos siguen denominando como del Castillo» en el cerro próximo al barrio. Estos son los antecedentes protohistóricos más antiguos del lugar de Aceca, donde se habría de edificar el castillo medieval que pasó, como encomienda de la Orden militar de Calatrava, a integrarse en el siglo XVI en las posesiones realengas administradas desde Aranjuez. Dos fuentes históricas son las que aportan más precisi6n de datos referentes al viejo castillo de Aceca. En relación con la existencia del castillo de Aceca se indagó ya a principios del siglo XIX sobre los orígenes históricos de su población.
Así, Alvarez de Quindós, en su obra sobre el Real Bosque de Aranjuez, dedicó unos capítulos a la antigua encomienda de Aceca 5. Debidamente documentado el historiador, se afirma que Aceca estuvo erigida en dos lugares diferentes durante la Reconquista, manteniendo su categoría de villa antigua con un fuerte castillo, con jurisdicción sobre término propio con aldeas dependientes, tierras, prados, montes y pastos, comunicada con Toledo por camino particular, gozando en lo fiscal de exención de pechos.
Este primer emplazamiento de Aceca estuvo al otro lado del río Tajo, en su orilla izquierda «á bastante distancia de él, hacia al mediodia, en la dehesa'ó millar del Hoyuelo nuevo, de que se cedió parte por el Rey á la villa de Yepes, y ahora es su término. Allí hay un paraje que conserva el nombre de Aceca la Vieja ... ». La segunda y definitiva localización de Aceca se produce desde el siglo XII y, sobre todo, con el emplazamiento calatravo en la orilla derecha del río, en su actual ubicación.
Las conclusiones a que este autor llega sobre la población de Aceca las revela contradiciendo la opinión que, casi un centenar de años atrás, había manifestado don Luis Salazar de Castro, Procurador de la Orden de Calatrava, quien, ante la decisión de Felipe V de fundar una fábrica de paños en 1718 en el Real Sitio de Aceca y levantar una iglesia para sus empleados, niega la antigüedad de Aceca con el fin de rechazar las pretensiones jurisdiccionales del Arzobispo de Toledo
Lo que sí se confirma, y en ello coinciden ambos autores, es en la existencia del castillo de Aceca. También aluden al origen del topónimo Aceca refiriendo, aunque la rechazan, la noticia de antiguos historiadores de los siglos XVI y XVII en la que indican la fundación por los hebreos en el reino de Toledo de ciudades bautizadas con homónimos de lugares de Palestina.
Aceca correspondería, según éstos, a la Azeca oriental que fue fundada por un extranjero fugitivo, que le puso el nombre de su mujer Aza. Covarrubias continúa en esta tradicion al afirmar: «Azeca. Nombre de una población ribera de Taxo, entre Toledo y Aranjuez. Derechamente es nombre hebreo, como lo son Escalona, Maqueda, Noves, Yepes y otros muchos» 7.
Corrobora esta opinión aún en el siglo XIX el historiador toledano Ramón Parro, quien dice es Aceca «(que en hebreo quiere decir casa fuerte), especie de castillo, palacio de campo muy frecuentado desde hace algunos siglos y hasta nuestro tiempo por los Reyes de España a cuyo real patrimonio pertenece» 8.
Un estudio más crítico de la toponimia será realizado por González Palencia, quien determinó el origen mozárabe, y en todo caso árabe, del vocablo, cuyo significado es el de «el camino», por ser Aceca la confluencia de los caminos de Melgar, Figares y Azucaica 9. Es admisible en cierto modo la fundación árabe, en razón de la toponimia y de los restos arqueológicos hallados en los cerros de la actual Aceca, entre los que figuran dos piezas de cerámica árabe: el candil hallado en 1752, de tipo popular y otro de tipo aflorado que guarda el Museo Arqueológico Provincial de Toledo 10, la presencia histórica de Aceca como enclave militar se manifiesta desde que el territorio toledano conoce la entrada en lid de los reconquistadores castellanos.
La expansión del reino castellano-leones hacia el sur, en pugna con los dominios del disuelto califato, se recupera políticamente con la figura del rey Fernando I (1037-1065), implantador de un sometimiento económico de los reinos taifas basado en el sistema de parias, a la vez que revitalizador del espíritu militarista de la Reconquista. Tras la aisis del reinado de Sancho Il, la corona es regida por Alfonso VI (1072-1109) con quien, tras unificar de nuevo los dos reinos, las campa- ñas militares lograrán un objetivo primordial: asentarse sólidamente en una nueva frontera, el valle del Tajo.
La entrada de Alfonso VI en territorio toledano se llevó a cabo tras las primeras ocupaciones estratégicas realizadas en la primavera de 1085 que culminaron en 25 de mayo con la toma de la antigua capital visigoda, la Toledo musulmana 11, Aceca, de existir como población, caería en poder de los cristianos reconquistadores, como sucedió con otros enclaves próximos a Toledo sobre la línea del Tajo, más importantes militarmente: Canales, Olmos, Oreja, Huecas, etc. Es aún la debilidad de esta zona fronteriza la que motiva el fortalecimiento de los establecimientos militares ya existentes, ante el temor de la primera incursión africana en la Península de los almorávides, dirigidos por Yusuf, quienes lograron la derrota militar, sin consecuencias decisivas, de los ejércitos de Alfonso en 1086 (batalla de Zalaca, Badajoz). Esta alarma con ocasión del peligro almorávide condujo a la construcción del castillo de Aceca hacia el año 1097, como medida para asegurar y resistir cualquier ataque que fuera dirigido por los musulmanes desde distintas posiciones con el evidente riesgo para Toledo, bien desde el norte, desde, Oreja, o bien desde los pozos de Algodor, al sur 12.
Aceca se constituiría en baluarte único en la zona debido al desmantelamiento de Zalencas, posición próxima a Benquerencia, comarca de la Sisla. De esta circunstancia se deduce que la situación topográfica de Aceca se fijaba en estos momentos, no en la orilla derecha, sino en la ribera izquierda del Tajo. Cinco años más tarde, con fecha de 5 de junio de 1102, el rey Alfonso otorgaba tierras y viñas al concejo y a los que habitaban el castillo de Aceca, concediendo por fuero exenciones para los pobladores con categoría de caballeros.
Determiná- base el número de habitantes que habrían de crear la comunidad acequeña: doscientos vecinos casados, de forma que en enero del año siguiente se estableciesen ciento cincuenta y el resto al cumplirse la mitad de dicho año 13. Privilegio éste de poblamiento señalando término y pobladores al castillo de Aceca. Se les da cuanto hay en el castillo y cuanto del castillo es (tierras labradas y por labrar, lugares y aguas, llanos y oteros, azudas y molinos, pastos y prados, huertas y árboles) quedando las viñas reservadas al monarca. AsÍmismo les dio la aldea de Velilla con todas sus pertenencias. Todo ordenado por los fueros que usaba Toledo 14.
Para el siglo XII poseemos un gran número de documentos tratados por diversos autores que nos pueden ilustrar perfectamente sobre todo un siglo de existen- cia del castillo de Aceca y su población, El monasterio toledano de San Clemente recibía por privilegio real de 28 de noviembre de 1118 una viña en Aceca, la cual fue propiedad de un moro llamado Ibenguhul y estaba situada cerca de la misma villa, aliado del camino que venía de Toledo ",
Durante el reinado de Alfonso VII (1126-1157) el curso medio del Tajo en torno a Toledo se ve afectado por la inestabilidad de las fromeras, batidas por el nuevo peligro almorávide desde 1129, en que gobernaba Granada Tasfín ben AH ben Yusuf, organizador de la expedición musulmana que culminaría en Toledo y su rooa.
En estas circunstancias de inseguridad militar, se desarrolla la vida de los pobladores de Aceca, bajo la dirección y defensa del repoblador castellano Tello Fernindez, El castillo de Aceca sufrió la devastación en manos de los noneafricanos quienes, según las crónicas, se emplearon en un solo día en el asalto y masacre de unos ciento cincuenta hombres incluyéndose en esta violenta acción el apresamiento del alcaide Tello y otros muchos de sus hombres.
Para realizar esta empresa Tasfín tuvo que cruzar el Tajo, con el objetivo de liberar el enclave musulmán de Oreja, previa destrucción de Aceca 16. A estos hechos, quizás, se debe el cambio de localización geográfica de Aceea, cuyo castillo quedó destruido hasta los mismos cimientos, intentándose, por lo tanto, el poblamiemo en la margen derecha del Tajo, sin abandonar por ello la posición estratégica, de vital importancia para la salvaguardia de Toledo.
En los años siguientes, Aceca tuvo que ser reconstruida sobre su propio y primitivo emplazamiento, restableciéndose en sus campos el poblamiento y explotación económica, como lo demuestran algunos documentos mozárabes transcritos por Gonzilez Palencia, tal es el caso de aquél en que aparece la «villa de Azecha» en un negocio de venta de una viña, otorgada por Alvaro Núñez, nombre cristiano castellano, en favor del presbítero Tirso, quien la adquiere para el monasterio de San Clemente de Toledo en 1132 17 El mismo monasterio adquiere en 1142 nuevas viñas en «Azeka», compradas a Tagati y a su hijo Gabdilrahman 18,
Un Domingo Alfonso vende una viña en Aceca a un Juan Esquierdo en 1135 19. La repoblación de Aceca fue dirigida por Gocelmo de Ribas hacia 1137, junto a la reconstrucción de su castillo bajo la protección de un ejército, encabezado por el príncipe de la milicia toledana 20, por lo que aún se mantiene el carácter de fortificación militar con que nació Aceca.
De Gocelmo de Ribas dice el cronista Sandoval (1600) que era caballero de las tierras extremas del Duero, soldado belicoso y de mucha hacienda, hombre rico que pidió al Emperador la licencia para recons-truir el castillo de Aceca, para cuya obra requirió la protección de la gente armada de Toledo; con toda su familia se llegó a Toledo, plantando sus tiendas al pie de las ruinas del castillo «comen~o luego la obra con fortissimos muros y altas paredes, torres muy firmes, haciendolo casi inexpugnable» 21, dejándolo bien abastecido.
El empuje almorávide se hacía insistente sobre el territorio próximo a Toledo, a consecuencia de las correrías de los moros desde su fortaleza de Oreja, por una parte, y de otra, debido al avance del ejército moro venido desde Al-Andalus y establecido en los pozos de Algodor, su base de operaciones, para socorrer a los de Oreja, asediados por las tropas toledanas y el ejército de Alfonso VII.
Aceca experimentó el peligro al ser atacado su castillo, tras el ataque al de San Servando, siendo arrasadas su viñas y arbustos en violenta razzia, aunque, eso sí, su campo sufrió más que la propia fortaleza 22. Tras de estos acontecimientos bélicos sucedidos en 1139, la pacificación del territorio, ganada Oreja, hizo posible que continuase la economía local todavía orientada al cultivo de los viñedos, como se ha visto.
Un dato más con relación a la Aceca de mediados del siglo XII es el referido a una nueva donación del rey en favor de Pelayo Pérez de Frómista, quien recibió en 1150 una propiedad en este lugar, llevando a cabo una amplia labor repobladora "n la comarca al sur del Tajo 23. En estas mismas fechas se poblaban las zonas de la ribera derecha del río: Cobeja (1155), el Alijar (1155) y la Alameda (1159-60) ".
Antonio José Díaz Fernándezhttp://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0027_04.pdf
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