Revista Religión
Comencemos yendo al grano: ¿Como católico, aceptas a Jesús como tu Señor y Salvador? Para cualquier católico bien formado en su fe, responder a esta pregunta debería ser muy sencillo: Claro que sí, Jesucristo es mi Señor y Salvador. La esencia misma de la fe católica es el reconocimiento de que Jesús es el verdadero Hijo de Dios, Segunda Persona de la Trinidad, que en el momento preciso y dispuesto por el Padre fue enviado al mundo, irrumpiendo en nuestra historia al encarnarse de María por obra del Espíritu Santo para hacerse hombre y morir por nuestros pecados, a fin de que nosotros tengamos vida eterna por su sacrificio en la cruz.
Jesucristo entregó su Cuerpo y su Sangre por nosotros, cargando con nuestros pecados para así poder salvarnos de la condenación eterna; Él padeció, murió y resucitó, llevando a cabo la obra de amor por la cual, y solo por la cual, podemos ser salvos. Esto es, en resumen, de lo que consiste la fe cristiana católica.
¿Pero entonces por qué si en la doctrina católica es tan claro que Jesús es nuestro Salvador, se van tantos católicos a los grupos evangélicos hoy en día cuando los "atrapan" con ese cuestionamiento? ¿Por qué hay tantos "católicos" que a la pregunta de "¿Ya aceptaste a Jesús como tu Salvador?" en lugar de decir firmemente que SÍ, responden de manera titubeante, y con cierto nerviosismo cosas como "Pues... emh... no se, creo que no"?
Las respuestas pueden ser variadas, pero en resumen podemos decir que es por una grave falta de formación doctrinal, cuya responsabilidad recae en el propio "católico" desinteresado por conocer y profundizar en su fe, pero también por ciertas deficiencias catequéticas y por la falta de una formación apologética en muchas de nuestras parroquias. Al católico no se le ha instruido en esta clase de lenguaje neoevangélico y suele ser tomado por sorpresa cuando de pronto lo abordan y le preguntan si ya aceptó a Jesús como su Señor. Un católico que conoce el lenguaje y el proselitismo neoprotestante no tendría problemas en responder que sí, que ya lo aceptó y lo sigo haciendo por la sencilla razón de que cada vez que está en Misa renueva su fe en Jesucristo durante la Profesión de Fe (al recitar el Credo).
Desafortunadamente muchos que nacieron en el catolicismo, es decir, en familias católicas, no valoran la riqueza espiritual de nuestra Iglesia, riqueza espiritual que quienes no nacimos en un hogar católico tuvimos que ir encontrando a lo largo del tiempo luego de mucho estudio y discernimiento. Muchos de esos "católicos de cuna" prácticamente se tiraron a la hamaca, y muchos no volvieron a la Iglesia luego de la primera comunión; o incluso están aquellos que asisten con cierta regularidad pero sin poner mucha atención aquello que deberían estar no solo observando y escuchando sino viviendo.
Por eso necesitamos que cada católico conciente de su fe ayude a despertar a los menos concientes; la unidad de los Cristianos no solo se forja por medio del diálogo con los Ortodoxos o con las iglesias históricas protestantes (como los luteranos) y con el regreso de los que se han ido de la Iglesia, sino también tapando las fugas que evitan que miles de católicos se dispersen en un número escandaloso de grupos y neo-sectas distintas que nacen todos los días con toda clase de doctrinas extrañas.
Estoy absolutamente convencido de que cuando cada católico tome en serio su fe cristiana, se despierte, se avive y no logren tomarlo "fuera de base" cuando lo paren por la calle y le preguntan que si ya aceptó a Jesús como Señor y Salvador con la clara intención de que "lo acepte" allí en ese momento con ellos para llevarselo a su iglesia, ese día, digo, cuando cada católico conteste firmemente: "Ya lo acepté, por eso soy católico, porque Jesús es mi Señor y Salvador", se van a extinguir las sectas anticatólicas, porque lo único que pueden ofrecer, es algo que ya está dado por naturaleza y esencia en el Cristianismo católico, aceptar a Jesús como el Salvador de nuestras vidas.
Por eso, cuando te lo pregunten, no titubees, responde clara y contundentemente que Jesús es tu Señor, y por esa misma razón le sigues como un discípulo en Su Iglesia, la Iglesia católica.
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