El poeta sufí Rumi escribió “Tus críticas limpian mi espejo”.
«Si comprendes quién eres y te respetas, las críticas no te supondrán
ningún problema sino que te brindarán la oportunidad de volverte una
persona mejor.
Cuando te sientes imperfecto o inseguro, la crítica es como una
amenaza y crees que debes defenderte.
Cuando te sientes seguro, no perfecto sino seguro, puedes escuchar
las críticas y tener en cuenta su valor. Puedes decir, “Lo siento”,
y “Gracias por limpiar mi espejo”.
Y cuando sea conveniente podrás aprender de las críticas y mejorar tu
conducta. Digo, cuando sea apropiado porque hay personas a las que
les encanta encontrar defectos en otros. Ése es su problema.
Recuerda que todos somos lienzos en blanco. Si presentas un lienzo en
blanco como tu obra de arte, no te pondrán buena nota. Pero la
creación empieza cuando comienzas a trabajar, sobre todo si
consideras el lienzo en blanco una oportunidad de expresar tu talento
y no una posibilidad de fracasar. Y recuerda que el lienzo no se
termina mientras dura la vida.
Cuando nos encontramos fluyendo en la dirección incorrecta, es más
fácil pensar en quién tiene la culpa, que cambiar de dirección.
Piensa en ello. Imagina que tomas un tren y, tan pronto como sale de
la estación, te das cuenta de que vas en dirección equivocada. ¿Te
enfadas y echas la culpa al tren? o reconoces tu error, te bajas en
la primera estación y cambias de andén para tomar el correcto?.
Culpar a los demás de nuestra pérdida de rumbo es tentador. De
nuestros padres, maestros y otras figuras de autoridad, que por su
experiencia saben más de la vida que nosotros, recibimos mucha
información sobre ella pero poca educación para desenvolvernos en
ella. La información se basa en los hechos, la educación, en la
sabiduría y el conocimiento de cómo amar y cómo sobrevivir. Pero, por
más consejos que te den, eres tú quién decide qué tren tomar.
Mientras recorres la vida, presta atención a los indicadores y las
estaciones. Si no te gusta lo que ves, usa el freno de emergencia y
bájate del tren. No hay otro interventor que lo haga por ti ni tienes
que pedir permiso a nadie para hacerlo. Es tu vida, tu viaje, el que
tú mismo conduces.»
(Del libro del Dr. Bernie Siegel: “Consejos para vivir feliz”)