Revista Cocina

Acerca de una analogía inapropiada

Por Luistovar
Acerca de una analogía inapropiada

En esta entrada tiene como propósito exponer una réplica razonada al argumento que afirma que consumir bienes de consumo involucrados en el abuso laboral sobre humanos es materialmente análogo a consumir productos que provienen de la explotación de los animales. Esta analogía es inapropiada por una sencilla razón que veremos a continuación de manera concisa.

Al consumir productos de origen animal estamos demandando que los animales sean explotados, esclavizados y asesinados. Sin otro motivo más que nuestro capricho personal. Si no existiera el consumo de productos de origen animal entonces no habría demanda social para la explotación animal y, por tanto, esta dejaría necesariamente de existir; al menos como actividad institucionalizada.

Sin embargo, en el caso de los abusos laborales a humanos en un sector determinado, como es el famoso caso de la explotación de niños africanos en la minería para la extracción de materiales destinados a la elaboración de tecnología, no es nuestro consumo lo que demanda esa explotación sino que es la estructura social y económica y política en la que están insertos esos seres humanos.

Si no existiera la minería entonces esos niños serían igualmente explotados en la prostitución, en la agricultura o en otra clase de trabajo forzados. La situación de pobreza, de maltrato e injusticia social en la que viven esos niños y sus familias —situaciones creadas por humanos— son los causantes de la explotación infantil y no el consumo de productos tecnológicos.

Aunque todos dejáramos de consumir tecnología electrónica, la explotación infantil seguiría intacta. Sin embargo, si todos dejamos de consumir productos de origen animal entonces la explotación de los animales necesariamente dejará de existir. Si nadie demandara carne, lácteos, huevos, miel, lana, y demás sustancias de origen animal, desaparecía la explotación de los animales para servirnos de alimento y demás fines.

De este modo podemos inferir que quienes esgrimen aquella objeción desconocen la realidad en el grave problema de la explotación infantil, que es muy dudoso que les importe en algo, y que más bien parece que utilizan la desgracia de esos niños para intentar excusar su violencia innecesaria e injustificada sobre los animales.

Aquella objeción antivegana alberga dos propósitos. Por una parte, pretende señalar una supuesta incoherencia en la conducta de los veganos. Por otra parte, pretende alegar que no importa consumir productos de origen animal puesto que a fin de cuentas ya estamos involucrados mediante nuestro consumo en la explotación humana. ¿Si no evitamos ésta porque deberíamos evitar la otra?

Si trasladamos la excusa antivegana al contexto intrahumano, estaríamos asumiendo que es correcto comer humanos porque igualmente ya tenemos alguna relación con el abuso sobre humanos a través del consumo de productos manufacturados. Si consumimos algodón de una plantación que ha utilizado niños como trabajadores entonces no importaría consumir zapatos hechos con piel arrancada a seres humanos que fueron criados y asesinados para servir de vestimenta.

Salvo que estemos de acuerdo en que el canibalismo es algo moralmente aceptable, y creamos que es aceptable utilizar humanos como prendas de vestimenta, entonces esta objeción antivegana incurre en un prejuicio especista. Si el antivegano rechaza moralmente el canibalismo, y rechaza utilizar a los humanos como prendas de vestimenta, pero al mismo tiempo se dedica a comer animales, y consumir trozos de sus cuerpos, entonces está discriminando moralmente según la especie. Más de medio siglo después de que Richard Ryder acuñara el término especismo, y miles de años después de que surgiera este prejuicio, todavía seguimos esperando una razón que justifique excluir a los animales no humanos de la comunidad moral.

Para terminar, supongamos por un momento que consumir dispositivos tecnológicos, o camisetas de algodón, fuera moralmente equivalente a consumir productos de origen animal. En este caso, los veganos estarían haciendo una cosa mala de esas dos que estarían igualmente mal y estarían evitando al menos una de ellas. Los antiveganos en cambio estarían haciendo las dos cosas malas, pudiendo al menos evitar una de ellas fácilmente; que es la de evitar el consumo de productos de origen animal. Una vez más, el antiveganismo lo hace todo mal.

En este ensayo no se pretende defender que el abuso sobre humanos no sea tan igualmente reprobable como lo es el abuso sobre los animales. La explotación humana es tan injusta como la explotación animal; y viceversa. Lo que se ha argumentado aquí es que materialmente no existe la misma causalidad, ni la misma clase de responsabilidad moral, entre la explotación sobre los animales motivada por el consumo y el abuso laboral sobre humanos en el ámbito de bienes de consumo. Nada más


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