-Acero-
He visto el acero hacerse carne,
degustando el nervio de las pasiones. La ciudad cae sobre mi y no puedo, no intento oponerme. Me hago carne y sangre con la mecánica de lo absurdo.
Conocí el Paraíso en las contradicciones del mundo;
tomé sus excesos y los convertí en mi Ciencia Imperfecta.
Es lo único que me separa de la locura, una realidad tan rutinaria y predecible que puede tomarse por normal.
Pero es un simulacro, unr eterno intento por hacer un mundo para los hombres, en lugar de un mundo de hombres, anónimos, infelices, agobiados e insoportableménte esperanzados en ser algo más que genero, número o identidad. Somos el resultado de errores, experimentos, excesos y sinsentidos tan reiterados que quedaron plasmados en nuestra memoria colectiva. Y que no dejamos de repetir, como un ritual que conjuramos para sentirnos presentes, reales y menos vanos que la actualidad misma.
Hay un olor a acero en el aire, pero no es el castillo mecánico de nuestra inteligencia artificial. Entiendo que huele al alma fría, autómata y fatalista de millones de personas que ven en la carne una prisión para el espíritu de Libertad. El miedo a volar es el precio que pagamos por quere ir más allá de la extensión de nuestros brazos. Creamos una alegoría de la realidad en la cual nos escondemos, llamandola prisión cuando vemos cuestionados sus principios. Sencillamente, no soportamos que el mundo no sea cuadrado, predecible, aletargado.
Sin embargo, nuestra intuición nos dice otra cosa. Allá a lo lejos, la muchedumbre camina a un mañana que no ve, siguiendo tras un presente que se niega a ser.
Lucasx.