Tomado de: Acertijos, formas, espacialidad y sentido.
GUSTAVO HOERTH
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Centro de Estudios Parques de Estudio y Reflexión- La Reja. 6 de agosto de 2013
En una ocasión, hace ya algún tiempo, y en circunstancias bastante particulares, me encontré casualmente con un viejo amigo. En principio me llamó la atención “algo” en su actitud corporal que no encajaba bien. Como sabemos hay una infinidad de registros cotidianos muy sutiles que calibran
cenestésicamente el medio ambiente y nos avisa de inmediato “que algo no va bien” o “que algo es medio raro”.
Para empezar, su forma de caminar era bastante teatral, como si tuviera zapatos con veinte centímetros de goma espuma. Además la amplitud exagerada en el movimiento de sus brazos evocaba el comportamiento del anfitrión que nos recibe orgulloso y nos invita a entrar en “su fiesta”. Sólo que no parecía haber fiesta por ningún lado y mucho menos que él fuera a ser precisamente el anfitrión. En cuanto a la mirada y al rostro, tenía esa expresión particular de las personas que sonríen con cierta condescendencia enternecida, algo así a como cuando observamos
a un bebé dando sus primeros pasos que se asombra y se ríe y nos enternecemos. A efectos de sintetizar el relato, lo llamaremos Pepe.
-hola Pepe, ¿qué tal? ¿Como va la cosa?
Y posando la vista en mí como si advirtiera con claridad los entresijos mas profundos de mi alma me responde:
- muy bien, muy bien, ¡espectacular! Ahí va, pensé yo, a este le pasa “algo raro”.
-no me digas, que bien che.!!!
Uno es bastante educado, que otra cosa podría decir.
-lo que pasa es que por fin comprendí y ahora ¡todo tiene sentido!- sentenció él de un modo algo solemne.
Un suspenso de ocho o diez segundos, hasta que me acomodé, la cosa venía pesada por lo visto.
-¡Aja! ¡Mira que bien!...dije yo, (sé que no suena muy lúcido pero tenía que ganar algo de tiempo para ajustarme a la situación) Finalmente pregunté: -¿y cómo es eso? ¿qué has comprendido?...con la esperanza inconfesable de traer las cosas a su cause y que el encuadre de la conversación fuera menos onírico.
-¡todo!
¿Tooooooodo? pensé yo, ¿a éste tipo que le pasa? ¿Que quiere decir con todo? ¿Que comprendió perfectamente a donde va a parar la materia que se chupan los agujeros negros? ¿Qué resolvió la paradoja de ser seres de complejidad creciente en un universo de entropía positiva? ¿Qué integró la teoría de la relatividad y la física cuántica en un solo sistema de comprensión? ¿Qué sabe cómo los procesos fisiológicos del cerebro se transforman en registros mentales? -¿como que todo Pepe? No entiendo muy bien - y… pudimos encontrarle el sentido a “todo” y a como están conectadas “todas” las cosas. El universo es una danza maravillosa….etc., etc., etc.
En fin, nuevamente a efectos de la síntesis del relato supondré que han tenido alguna conversación de este tipo alguna vez.
Las experiencias de “Sentido” son totalizadoras, implican a “todo”, pero un todo referido al sistema de registros y al estado general de la cenestesia corporal. Este encuentro con Pepe, me hizo reflexionar sobre esta cuestión de la experiencia del sentido.
Es evidente que mientras yo asociaba el sentido a la comprensión del mundo, como un proceso “totalizador” de integración de contenidos y todo lo demás, pero lanzado hacia el conocimiento del mundo, es decir hacia “afuera de uno”, él se estaba refiriendo a una experiencia interna profunda de sentido, que también es totalizadora, pero se da “adentro de uno”.
Resulta interesante que la búsqueda del sentido esté asociada a dos procesos que en principio no parecen tener nada en común.
Veamos esta cuestión.
Por un lado la búsqueda de la comprensión del cosmos y la realidad como proceso del conocimiento, donde vemos que la humanidad necesita representarse y explicarse la realidad no sólo para orientarse y actuar en el mundo, sino también para encontrar su lugar en la realidad del universo y el sentido mismo de la realidad que habita, como su propio sentido. Y éste es un proceso psico-cultural, en el sentido que Durkheim, Chomsky y otros le dan al término, el de ser información codificada transmitida de generación en generación, como lo son el lenguaje mismo, los mitos o la Leyes Constitucionales de las naciones.
Por otro lado, la búsqueda del sentido como experiencia interna totalizadora, que puede ser social en tanto transmisión de técnicas respiratorias, creencias, información acumulada de experiencias etc., pero que es una experiencia individual en tanto queda referida a un sistema de registros personal. La expresión sintética más amplia que puede hacerse de la condición humana, es que por un lado está “el ser”, del cual no hay evidencia directa, pero sí indirecta por vía de los sentidos internos, y por el otro “la realidad”, no entendida como ilusión de los sentidos, sino como lo que está más allá de los sentidos y de lo cual no se tiene evidencia directa pero sí se tiene evidencia indirecta por sus efectos.
Sabemos que existimos y sabemos que hay algo allí afuera. El ser y el mundo. La condición humana entendida como experiencia cotidiana es abarcada totalmente en la descripción de la estructura conciencia-mundo desarrollada por Silo. Pero, detrás de la ilusoriedad de la conciencia parece estar “el ser” como realidad interna última, y detrás de la ilusoriedad del mundo parece estar “lo que está afuera del ser” como realidad objetiva última.
La búsqueda de sentido en “el ser” tiene que ver con una interiorización de la mirada
hacia el espacio de representación interno y particularmente hacia la representación
cenestésica sin imágenes del espacio, que es la antesala a lo profundo.
La búsqueda del sentido de “lo que está afuera” tiene que ver con registros mentales de comprensión del mundo, y la mirada se externaliza hacia el espacio de percepción y la representación visual del espacio. Tenemos algunos elementos comunes, búsqueda de sentido, formas totalizadoras y registros de unidad. La conexión entre las dos formas de buscar el sentido y esta condición humana esencial que describimos antes, parece bastante patente, sin embargo notamos algunas diferencias.
Notamos algunas diferencias en cuanto a la representación del espacio, que no es el espacio de representación, sino la representación del espacio mismo dentro del espacio de representación, que es cenestésica y táctil en un caso, totalmente ligada al propio cuerpo y por tanto finita, mientras que en el otro caso es de tipo visual y ligado a lo que esta más allá del propio cuerpo, y es aparentemente infinita. Y también hay diferencias en cuanto a la mirada, que en un caso se dirige hacia el mundo interior y en el otro hacia lo exterior. En cuanto al registro de sentido ¿Se trata del mismo registro?
¿El registro interno de sentido a nivel de sensación cenestésica, es el mismo que el registro de sentido en los niveles de comprensión? De momento lo que tenemos es que el tema de “el ser” y el tema de “lo que está mas allá del ser”, el tema de “la mirada”, el tema del “sentido de la realidad”, el tema de la “experiencia íntima y personal de sentido”, el tema de “la franja más externa del espacio de representación” y el tema de la “franja más interna del espacio de representación”, aparecen todos muy conectados por una intuición que se abre paso: “el ser” y “lo que está afuera del ser” se integran como unidad en la experiencia del Sentido.
También parece que el tema “del ser” conecta con la pregunta ¿quién soy? Y “lo que está más allá del ser” conecta con la pregunta ¿hacia dónde voy? Cito una frase que nos sugiere que el tema de ir hacia fuera es también el tema de ir hacia adentro.
“Hoy vuela hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a través de regiones antes ignoradas.
Vuela hacia afuera de su mundo y sin saberlo, va impulsado hasta el interno y luminoso centro.” (La Mirada Interna, último parágrafo del último capítulo, Cáp. XX-par. 4)