A finales de septiembre una madre de 30 años ahogó a sus dos hijos en Jaén, uno de 11 años y otro de cuatro, y como alega que sufría fuertes depresiones es posible que tras un tratamiento psiquiátrico le concedan la libertad.
Estos días la policía sospecha de un hombre de Córdoba en trámites de separación de su mujer que dice que sus dos hijos, de dos y seis años, desaparecieron estando con él.
Supuestamente había amenazado a la esposa con dañarla si no compartían la patria potestad de los niños. Si hizo algo malo alegará locura transitoria.
Los presos de ETA sin depresiones ni locura, sólo por odio, han asesinado a 829 personas, que se haya probado.
Y ahora quieren salir de la cárcel apelando a la posible disolución de su banda y a una conferencia de paz montada para negociar entre ellos mismos con unos comparsas internacionales en San Sebastián, a la que se ha unido taimadamente el PSOE, como venía anunciando Jaime Mayor Oreja.
El padre de los hijos ahogados padecerá un dolor insufrible hasta que se muera, y la madre de los niños desaparecidos, si no vuelven vivos, no tendrá descanso hasta la tumba.
Los familiares de los asesinados por ETA sienten un dolor que suma el de ese padre y esa madre. Durará hasta su propio final sabiendo que son víctimas no de locos, sino de depredadores a los que van a indultar.
Ni siquiera el PP se saltará posiblemente el miedo a ser tildado de reaccionario por el PSOE y el nacionalismo secesionista rechazando las exigencias de la conferencia de terroristas y aliados.
Gritando “paz”, se traiciona a los españoles solamente para evitar que Rubalcaba se ahogue.
Hasta ahora Mayor Oreja acertó en todo. Para después vaticinó la independencia, con la que correrá mucha más sangre.
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SALAS