Revista Historia

Aclamar al emperador romano en los juegos

Por Gladiatrix @gladiatrix60
Aclamar al emperador romano en los juegos
Desde principios de época imperial se estableció la costumbre de aclamar al emperador al principio de los espectáculos este tipo de manifestaciones de lealtad hacia personajes populares se inició ya durante la República. Sin embargo, no fue hasta el Bajo Imperio que las ovaciones en los espectáculos adoptaron una forma más o menos definida, estando sujetas a unas reglas precisas y siendo pronunciadas rítmicamente.

Las aclamaciones se producían siempre, en primer lugar, al inicio de los espectáculos, estuviera o no presente el soberano. En Roma era cada vez más difícil ver al emperador presidiendo personalmente los juegos.

En  la visita de Honorio a Roma, en el año 404,  para inaugurar su sexto consulado.El poeta  Claudiano en uno de sus poemas nos dice que  era la púrpura imperial la que devolvía los saludos al pueblo que se encontraba reunido en las gradas del circo.

Tras haber sido saludada, la plebe repetía al mismo tiempo el título de Augusto una vez llegado a la tribuna imperial, el emperador saludaba a sus súbditos con un extremo de su manto, es decir, con la púrpura imperial.

Era entonces cuando recibía sus aclamaciones.Este ritual sufrió ligerísimos cambios al pasar a Oriente y cristianizarse: el saludo imperial se transformó únicamente en una triple bendición al pueblo.
Aclamar al emperador romano en los juegos


Según el De caerimoniis (siglo X) el maestro de ceremonias tomaba un extremo de la clámide del emperador y, tras hacer un pliegue con él, se lo entregaba al soberano.

Éste, una vez en la kathisma y situado delante del trono, bendecía con el pliegue de su clámide por tres veces al público: en primer lugar, a los situados frente a la tribuna imperial; luego, a los Azules, a su derecha; y finalmente, a los Verdes, a su izquierda. Después, tomaba asiento en el trono, y el pueblo y los soldados lo aclamaban.

En el caso de que el emperador no se encontrase presente en Roma cosa habitual era su representante en esta ciudad, el prefecto urbano, el encargado de recibir estas aclamaciones en su nombre.

Estos homenajes eran recogidos en los  acta populi o acta diurna, que el prefecto enviaba regularmente al soberano, del mismo modo que recogía las aclamaciones senatoriales en losacta senatus.
Los magistrados, también se manifestaban como representantes del emperador en las editionescon las que inauguraban sus magistraturas.La pretura también recibía plausus et laeta uocum suffragia, según nos testimonia Símaco para la pretura de su hijo.

Aunque estas aclamaciones estaban dirigidas teóricamente al emperador, el magistrado era quien las recibía en primer término, y, por lo tanto, era también el primer beneficiado de los resultados de una editio exitosa.
Aclamar al emperador romano en los juegos

Aparte de las aclamaciones al principio de los espectáculos también tenían importancia de las ovaciones que tenían lugar tras la victoria de un auriga.

Durante el Alto  Imperio algunos emperadores eran apasionados de alguna facción, Esta política imperial de apoyo a las facciones cambió radicalmente en el Bajo Imperio.
Durante los siglos IV-V, los emperadores de Occidente no favorecen a ninguna facción en particular. De este modo, no importa el color que gane, pues el emperador siempre será aclamado igualmente. La victoria del auriga pasará a ser, de forma perpetua, la del emperador, por lo que se convertirá en un símbolo de la victoria imperial.
Las aclamaciones que se dirigen a los emperadores a menudo eran del mismo tipo que las que se hacían a los aurigas victoriosos.
También encontramos aclamaciones a aurigas en mosaicos.Entre otros  destacamos: los mosaicos de Mérida, de la segunda mitad del siglo IV, con las inscripciones: Marcianus Nicha (sic) y Paulus Nica.
Este tipo de exhortaciones no se dirigían exclusivamente a los aurigas. Otros profesionales de los espectáculos, como son los actores, también era objetivo de las mismas.
Aclamar al emperador romano en los juegos


Fuentes :

M. BELTRÁN, Guía de la cerámica romana, Zaragoza, 1990.

M. T. OTERO, J. VERDUGO, “La imagen pública del dominator: ceremonial ycirco en la Antigüedad Tardía


Volver a la Portada de Logo Paperblog