Foto: Marcial Guillén (EFE)
Ya es casualidad que, en los postreros años de ejercicio periodístico, mis únicos encontronazos profesionales hayan sido con el mismo personaje, que no con su partido. El último, este miércoles, tras la convocatoria de Vox en las inmediaciones del Centro de Menores de la pedanía murciana de Santa Cruz, que los de Abascal exigen cerrar al PP. Hasta allí llegaron cuatro autodenominados “antirracistas” para proferir gritos de protesta cuando dos dirigentes de Vox comenzaron a realizar declaraciones a los medios informativos allí presentes. “Fascistas”, fue el epíteto que más sonaba de entre sus alaridos. “Tontos e idiotas”, le contestaron algunos de los convocantes. O “comunistas”, que supongo para ellos no debe de ser considerado como un insulto.
Acabada la comparecencia, agentes de la Guardia Civil, que custodiaban la zona para prevenir incidentes, pidieron la documentación a los cuatro “antirracistas”. Fue el momento en que el equipo de RTVE, del que yo formaba parte, abandonó el lugar, ya que debíamos enviar con urgencia las imágenes y declaraciones de lo ocurrido a la redacción central de Torrespaña.
La sorpresa -que no tanto- vino por la noche, cuando uno de los “antirracistas”, a la sazón secretario de Comunicación de Podemos, escribió un mensaje en su cuenta de X calificando a RTVE Murcia de blanquear el fascismo, así como de censurar a los suyos. Además, adjuntando el vídeo de la pieza de la noticia que realicé con mis compañeros, en la que se incluyeron testimonios de Vox, del delegado del Gobierno y de la consejera de Política Social, pero obviando en su tuit otras reacciones posteriores, también emitidas en ese mismo informativo, del consejero-portavoz del Gobierno regional y de los portavoces parlamentarios del PP y PSOE. Y es evidente que él, a día de hoy, por mucho que lo añore, ya no ocupa cargo institucional alguno.
Ocurre que, anteriormente, hará como año y pico, ya había llamado a los responsables del Centro Territorial para presentar una queja porque decía no se recogieron sus palabras en otra convocatoria. Y no fue así. Un día fuimos convocados por Podemos a las puertas de la Delegación del Gobierno para hablar de un tema en concreto. Acabada su disertación sobre el asunto en cuestión, el equipo tenía que ir a cubrir otra noticia inmediata, por lo que recogimos los bártulos y nos marchamos. El entonces diputado regional telefoneó a la redacción de TVE Murcia para comunicar a su responsable que había sido “censurado” por este redactor, ya que tenía que hablar de otro tema –“y no me puso el micrófono”, añadió-, aparte de por el que nos había convocado. Ese es el estilo del personaje.
El mensaje en X antes mencionado apela a “los excelentes profesionales” de TVE en la Región de Murcia “que no se merecen tanto sectarismo”. Debe de anhelar los tiempos en los que su partido aparecía a diario en los informativos territoriales, con o sin motivo aparente, por una regla no escrita que igual respondía a una especie de compromiso por la obediencia debida. Y que cuando no había convocatoria al uso, se enviaba desde el propio partido una declaración enlatada, que por supuesto se emitía sin más miramientos.
Aún perdura en su cuenta de X un post de este personaje en el que anunciaba que dejaba su escaño en la Asamblea Regional, por el pacto suscrito con IU-Verdes para repartirse la legislatura, y que ponía rumbo a Gaza. Un hecho loable si no fuera porque pocos días después, en lugar de aparecer por la Franja masacrada, lo hizo por un despacho del parlamento autonómico como asesor del grupo del que había sido diputado durante dos años. En fin, que no hay más preguntas, señoría.
