Revista Opinión

Acogerse a sagrado

Publicado el 18 marzo 2011 por Miguelmerino

Desde tiempos muy antiguos existió la costumbre, convertida en ley en muchas ocasiones, de asilarse en sagrado. Consistía esta costumbre en que no se podía perseguir a las personas que pedían asilo en iglesias y monasterios. Por supuesto esto ha tenido muchas variantes según los países y las épocas, pero básicamente era así. Tenía su fundamento en tres motivos principales: la clemencia para el necesitado de protección; la posibilidad de enmendar al descarriado mediante la penitencia pública y el respeto debido a los lugares sagrados.

Leyendo la noticia de que se están duplicando las redadas de inmigrantes ilegales en los comedores sociales de Caritas y otras obras sociales, se me ocurre que debiera considerarse de nuevo el derecho de asilo en sagrado, entendiendo por sagrado, en los tiempos actuales, aquellos lugares que sirven para dar refugio y alimento a los más necesitados. Aprovechar el momento más humillante de una persona, el de recibir la caridad ajena, para además vejarlo con una petición de documentación y un cacheo, me parece una cobardía rastrera y cruel, además de una manera de marcar al inmigrante con un estigma similar a la estrella de David de la Alemania nazi, la puritana letra escarlata o el sambenito inquisitorial. Si hay que perseguir a la llamada inmigración ilegal, que manda huevos que un ser humano pueda ser ilegal en ningún rincón del planeta, que lo hagan, pero al menos respeten ese momento de vergonzante vulnerabilidad. No es digno, no es justo, pero sobretodo, no es humano. 

Si a las personas en riesgo de exclusión se les cierran las puertas de la solidaridad y de la misericordia, les abrimos las de la desesperanza y, en ese caso, es seguro que estamos haciendo un mal negocio.


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