El colegio es el lugar donde nuestros hijos pasan gran parte de su tiempo. Allí no solamente aprenden conceptos y habilidades importantes para la vida, sino que también desarrollan sus habilidades sociales gracias a la interacción con sus compañeros. Estas primeras experiencias van a marcar la construcción de su personalidad y de su autoestima. Todos queremos que nuestros hijos disfruten con sus compañeros, tengan grandes amigos y sepan desenvolverse con ellos. Sin embargo, a veces, pueden surgir problemas.
El acoso escolar, también llamado bullying, puede llegar a ser una experiencia dramática para un niño si se mantiene en el tiempo. Muchos niños lo callan durante meses, o incluso, años por vergüenza y por miedo. Y esto, hace que vivan con temor todo lo relacionado con el ámbito escolar y las relaciones con los demás. De repente, ya no les gusta el colegio, no les apetece estar con amigos y prefieren la soledad y las relaciones con adultos.
Muchos padres se sienten impotentes cuando se enteran que su hijo lleva sufriendo acoso por parte de un compañero varios meses. ¿Con quién hablo? ¿Le cambio de colegio? ¿Hablo con la familia del otro niño? ¿Le sigo llevando al colegio o es mejor que deje de asistir hasta que se resuelva?
Aunque solemos pensar en el acoso escolar en los casos en que un compañero agrede físicamente a otro, lo cierto es que el acoso escolar se puede producir de diferentes formas. Generalmente sucede cuando un compañero o un grupo de compañeros que son o más fuertes, más mayores o que se sienten con un mayor poder (por ejemplo, por ser haberse constituido como líderes de un grupo) agreden o amenazan persistentemente a otro que se siente menos fuerte o más solo. La agresión puede tener diferentes formas:
- Acoso verbal: insultos, humillaciones o amenazas.
- Malrato físico: puñetazos, zancadillas, patadas o cualquier otra forma de agresión física.
- Acoso social: exclusión de un grupo, difusión de rumores y calumnias contra alguien, ridiculización.
- Acoso Psicológico: amenazas, persecución, humillaciones, burlas, desprecio.
- Otras formas: robos, ruptura de pertenencias, etc.
La agresión física es quizás la más fácil de detectar. Por eso, en muchos casos, más que un maltrato físico el acosador opta por otras formas de acoso más silenciosas, que le permite mantenerlo más tiempo sin despertar las sospechas de profesores o padres. Para el niño que sufre el acoso, las amenazas y el acoso psicológico puede dejar unas secuelas mayores que un acoso físico.
Las humillaciones constantes, las burlas y el desprecio de compañeros puede minar la incipiente personalidad que se está formando. Se pueden convertir en adultos temerosos que desconfían de los demás y que tienen una visión negativa del mundo.
Aunque los colegios deben estar atentos a este tipo de situaciones, en casa también podemos detectar ciertas señales que nos alerten de que algo está pasando. Cuanto antes lo detectemos, antes podremos aliviar la situación. Cuanto menos tiempo un niño esté sometido al acoso, menos consecuencias tendrá en su desarrollo.
¿Puede estar mi hijo sufriendo acoso escolar?
El acoso puede causar tanto miedo en nuestros hijos, que pueden pasar meses o incluso años sin que llegue a contar lo que está sucediendo en el colegio. Algunas señales que pueden indicarnos que algo está pasando pueden ser:
- Aparece con golpes evidentes que tiene dificultades en explicar, cae en contradicciones y se producen con una frecuencia excesiva.
- Expresa deseos insistentes de no ir al colegio, hace novillos o simula estar enfermo para no ir al colegio.
- Pierde objetos de forma frecuente o los trae a casa estropeados.
- El estado de ánimo cambia a un estado más depresivo, triste y se muestra inactivo, sin deseos de hacer nada
- Las calificaciones en el colegio empeoran y aparecen problemas de concentración y rechazo a la vida escolar.
- Comienza a sufrir dolores de cabeza, estómago o incluso dolores indefinidos sin causa aparente.
- Aparecen trastornos del sueño como pesadillas o dificultades para conciliar el sueño.
- Tiene miedos irracionales para su edad como miedo a morir o a que personas cercanas desaparezcan, miedo a espacios cerrados o a multitudes.
- Se muestra de repente más retraído con una timidez excesiva.
- Aparecen actitudes agresivas con hermanos o compañeros de menor edad.
- No muestra deseos de jugar con compañeros o realizar actividades grupales.
- Aparecen comportamientos rebeldes constante contra normas y accesos de ira sin motivo aparente (especialemente en niños que han sido pacíficos)
- Se muestra sumiso ante ordenes y con dificultades para expresar desacuerdos u oposiciones
- Pide dinero, juguetes caros o ropa de forma repentina sin motivo alguno.
Aunque cualquiera de estas situaciones puede ponernos en alerta no existe un único patrón que nos confirme la existencia o no de una situación de acoso. Depende de la forma de ser del niño, de si siente que tiene o no apoyo en casa, de si tiende a resolver solo sus problemas o más bien prefiere compartirlos.
Lo que tenemos que tener claro es que si observamos un cambio significativo en el comportamiento de nuestro hijo sin motivo aparente, algo está pasando. Por ejemplo, si antes era muy hablador y de repente prefiere la soledad; o si le gustaba estar solo y de repente tiene miedos y solicita frecuentemente compañía. Cualquier cambio significativo puede estar escondiendo un conflicto que no sabe como afrontar.
La principal arma de un acosador es la amenaza, por eso, cuando un niño está sometido a una situación de acoso siente tanto miedo que no puede compartirlo y puede llegar, incluso , a negarlo ante la evidencia.
Ante la mínima sospecha de que se está produciendo una situación de acoso escolar contra nuestro hijo es importante confirmarlo cuanto antes. Tendremos que ganarnos su confianza para que no lo cuente, podemos hablar con sus compañeros y desde luego tendremos que hablar con el centro escolar. En el caso de que se esté produciendo, es importante actuar con mucha cautela pero cuanto antes.
¿Cómo actuar? ¿Cuáles son las pautas a seguir? En breve, publico el post que estoy preparando con pautas concretas a seguir si confirmamos que se está produciendo acoso contra nuestro hijo en el colegio.
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