A día de hoy sólo el suicidio o un buen coctel es la solución ante el acoso.
En cualquier caso, copio y pego a Baylos, que además ilustra su texto con una fotografía bastante llamativa…: “Que la amable audiencia del blog no tome demasiado en serio estas reflexiones”.
De los seis párrafos de los que consta su escrito, cinco están dedicados a un tema terrible pero que esperemos algún día se encuentre en la agenda de los debates sociolaborales: el acoso moral que tan bien explica la FSC de CCOO en una de sus magníficas guías. Tan bien lo explica que si un empresario quisiera ser acosador debería leerla detenidamente para aplicar su maquiavélico plan.
La percha de Baylos es el juicio “visto para sentencia” en Francia sobre la ola de suicidios y depresiones entre la plantilla de France Telecom. Como explica nuestro querido oráculo sindical, los directivos han sido juzgados por el “suicidio de 19 empleados, 12 intentos de suicidio y 8 cuadros de depresión severa…”
Y aclara, “se trata de la privatización de una importante empresa pública francesa cuyos empleados tenían un cierto blindaje legal que impedía a los nuevos ejecutivos de la empresa despedirles sin excesivo coste. De esta manera, la estrategia de los cargos directivos fue la de presionar a estos trabajadores para que abandonaran la empresa voluntariamente como una baja incentivada. Una estrategia que impulsaba los excedentes de mano de obra con todos los medios a su alcance, inclusive a través del acoso moral sobre éstos, fundamentalmente capas medias y altas de técnicos de la empresa…” Añado que podéis ver un documental sobre el asunto en youtube.
Estamos en 2019 y la historia comenzó en 2007, lo que evidencia la lentitud de la Justicia. El doctor Baylos hace un magnífico y breve repaso con doctrina sobre el acoso moral en Francia, en España ( el artículo 173 de nuestro Código Penal establece que cometen el delito quienes ”en el ámbito de cualquier relación laboral o funcionarial y prevaliéndose de su relación de superioridad, realicen contra otro de forma reiterada actos hostiles o humillantes que, sin llegar a constituir trato degradante, supongan grave acoso contra la víctima”) e incluso el reciente Convenio 190 de la OIT.
Después de más de treinta años poniendo oídos y palabras a la clase trabajadora, aunque no me encuentro capacitado para exponer doctrina sí que la experiencia personal sirve para opinar con la libertad de expresión que me otorga La vida desde el lago. Precisamente, esa misma libertad de expresión es vilipendiada por quienes “…en cualquier relación laboral o funcionarial y prevaliéndose de su relación de superioridad, realicen contra otro de forma reiterada actos hostiles o humillantes…”
Entre esos actos y amparándose en la libertad de expresión estos directivos sin escrúpulos pueden denigrar públicamente el trabajo de una persona porque sí, “porque yo soy la organización”. A pie de tajo en una pequeña empresa o en empresas especialmente sofisticadas es imposible enfrentarse al acoso moral (véase el ERE del PP).
El pasado mes de marzo, El País explicaba por qué naufragan las condenas por acoso laboral, con un dato alarmante: el 15 por ciento de los trabajadores sufren “mobbing”, aunque apenas hay condenas por este delito.
“OFF THE RECORD”, MÉDICOS, PSIQUIATRAS Y ABOGADOS
Son muchos los off the record que tenemos los periodistas, al menos los que superamos los cuarenta; vale, los cincuenta aunque no los aparentemos. He seguido algunos casos como si fueran propios. Cuando los primeros síntomas de la ansiedad y la depresión asoman, lo habitual es ir al médico de cabecera, que a poco profesional que sea va a diagnosticar el acoso, empieza a recetar pastillas, te da de baja laboral y solicita hora con Salud Mental.
El médico recomienda no meterse en líos eternos y curarse, algo que es posible si se tiene un mínimo de fuerza de voluntad, inteligencia y estomago en condiciones para aguantar el tirón de las pastillas, que te dejarán grogui, te afectará sexualmente, te engordarán. etcétera. Los abogados también recomiendan no meterse en líos que no van a acabar nunca…, por no hablar de dinero.
El problema de acudir a Salud Mental, al menos en este Madrid de recortes en lo público, es que el tiempo pasa muy lento y “salvo que vayas con la baba colgando” no hay hueco, tal como expliqué en una carta a la directora de El País. En Salud Mental, por fín, te harán un coctel tranquilizante y antidepresivo más a medida que el de atención primaria a sabiendas de que quienes están locos son los que acosan, “pero mejor dejarlo así”. Al fin y al cabo, salen ganando las empresas farmacéuticas y sus trabajadores del sector químico, que somos toda una potencia mundial en consumo de antidepresivos.
En resumen, que a día de hoy, ante una situación dura, lo mejor es aguantar el tirón para no lanzarse por una ventana, cortarse las venas y tal y medicarse bajo supervisión médica con un montón de cosas que terminan “pam” y en “im”, con suerte al año se van rebajando las dosis y tal.
Con todo cariño y respeto hacia la OIT y nuestro Código Penal, quizá seríamos nosotros, los trabajadores organizados en sindicatos quienes deberíamos ir más allá de las magníficas guías. Quizá hacen falta economistas, abogados, asesores, por supuesto periodistas, pero también psicólogos o psiquiatras que atiendan y ayuden a presionar a las empresas. O quizá acabo de decir una locura.
¡Ah! El último párrafo del la entrada del Gran Baylos, quizá sea el principal, quizá sea la tesis sobre la se asientan los cinco párrafos anteriores. En él critica, yo creo que un poquito forzado, a la ministra de Economía por unas declaraciones de ésta sobre la Reforma Laboral. Una ministra “del gobierno Socialista español (sic)”, acentúa nuestro oráculo, que dice que dijo que revertir la reforma laboral “no solventa nuestros problemas”.
No seré yo quien defienda la reforma laboral, ni a la ministra de Economía en funciones, pero en realidad, Calviño declaró que "revertir la reforma laboral no va a mejorar las condiciones de los chicos que trabajan en Deliveroo o Glovo”. (Sobre economistas y partidos recomiendo este articulo del economista Moisés Martín, Mac.) De momento, sí creo que revertir la reforma laboral no va a impedir que la solución para miles de trabajadores ante el acoso sea el suicidio o un buen coctel de pastillas aderezado con buenos servicios jurídicos y apoyo psicológico.