Pensar que hace 30 años mirábamos hacia el siglo XXI como algo lejano, lleno de extravagancias futuristas y pensamientos y comportamientos de elevada inteligencia, tal vez influenciados por las películas Hollywoodenses, pero aquí estamos, sin carreteras espaciales ni yendo de vacaciones a Marte, menos aún nuestros cerebros han evolucionado.
Al contrario, percibo que ha habido un estancamiento cultural, sumado a lo que pareciera ser una toxina presente en el aire y que está afectando nuestra forma de pensar y actuar.
Se perdió la creatividad, los pocos creativos que están quedando, sufren del robo de sus ideas, porque casi todos prefieren copiar.
Pareciera increíble que nos hemos convertidos en desechadores profesionales.
Desechamos la ropa, los artefactos, a la pareja, las mascotas , los ancianos, las amistades y hasta se desechan los bebés. Al parecer hemos desechado hasta el sentido común.
Lo incongruente es, que por un lado se desecha y por el otro hay quejas por la soledad que caracteriza este siglo.
Luego tenemos fanatismos extremos que por un lado exigen derechos, pero por otro, incapaces de aceptar obligaciones.
De todo lo que imaginé que sería el siglo XXI, lo único que concuerda hoy, es el color plateado de los zapatos de moda, porque el resto permanece enredado en algún mundo paralelo de la época colonial, con matices que parecieran ser modernos, pero no son más que un espejismo distorsionado.
La mojigatería, palabra que ya nadie usa, aunque fué muy usado en el pasado, pero no usarlo no significa que no seamos mojigatos hoy, por el contrario, lo seguimos siendo, sólo que mojigatos modernos, como aquel hombre que acude a misa los Domingos, con la mujer y los niños, pero que durante la semana se escapa con la secretaria al motel de turno, o la mujer que deja de tomar el anticonceptivo con el objetivo de usar al bebé de carnada y que el novio se case con ella, o el cura que predica en el altar y luego manosea al monaguillo.
No son acaso esos comportamientos demasiado retros e incompatibles con el siglo que vivimos?