Cuando los sanitarios hablamos de ejercicio y actividad física lo hacemos como recomendación general, como promoción y prevención, y en el ámbito de la cardiología, la neumología, la traumatología o de situaciónes como la obesidad.
En esas situaciones y otras está bien normalizado mencionar, recomendar o prescribir el ejercicio, ya como algo muy interiorizado por la mayoría de los profesionales de distintos niveles asistenciales. En ciertos ámbitos no parece tan instalado, como la reumatología o la salud mental. Tampoco, al menos en lo conocido por nosotros, en procesos como la insuficiencia renal crónica o, en general, en el ámbido de la nefrología. Por eso nos acercamos a una guía publicada recientemente (1).
El trabajo se basa en la literatura, la experiencia y en el consenso del Grupo de Trabajo de Ejercicio Físico de la Sociedad Italiana de Nefrología. Como otra guía de ejercicio, en este caso en pacientes oncológicos (2), son profesionales también italianos los que hacen esta propuesta en una parcela tan nuclear para los fisioterapeutas.
Entre las 16 ideas declarativas que acordaron los autores recogemos las más significativas. La inactividad en los pacientes de insuficiencia renal crónica (IRC) es prevalente y condiciona calidad de vida, mortalidad y morbilidad. Su contrario, la actividad física, mejora la función, la capacidad cardiorrespiratoria, la fuerza y la calidad de vida. Además, es aconsejable monitorizarla mediante autoinformes o medidas objetivas para contrarrestar el sedentarismo.
El ejercicio físico es seguro si se hace de manera apropiada y, junto con dieta suplementaria, puede prevenir sarcopenia y pérdidas proteicas en los pacientes con IRC, incluidos los sometidos a diálisis. El ejercicio se puede realizar a solas o en grupos, en el domicilio, en la unidad de diálisis o en un centro deportivo. Debe incluir ejercicio aeróbicos y de fuerza y deber durar al menos 12 semanas, comenzando por intensidades menores y progresando según tolerancia.
La actividad física debe guiarse por una prescripción personalizada proporcionada por Nefrología y, en presencia de limitaciones funcionales, se debe consultar con Fisioterapia o Medicina deportiva.
EL artículo detalla el razonamiento de cada una de las 16 recomendaciones, con el correspondiente apoyo en la literatura.
Como vemos, las pautas son bastante asimilables a las generales para otros procesos o patologías. También confirman la necesidad de personalización y adaptación a la situación del paciente, lo que requiere conocimientos sobre la enfermedad, comorbilidades o tratamientos. Y, con ello, la inclusión del ejercicio dentro del trabajo multidisciplinar en el entorno clínico.
Referencias:
1. Battaglia Y, Baciga F, Bulighin F, Amicone M, Mosconi G, Storari A, Brugnano R, Pozzato M, Motta D, D’alessandro C, Torino C, Mallamaci F, Cupisti A, Aucella F, Capitanini A; Working Group of Physical Exercise of Italian Society of Nephrology. Physical activity and exercise in chronic kidney disease: consensus statements from the Physical Exercise Working Group of the Italian Society of Nephrology. J Nephrol. 2024 Sep;37(7):1735-1765. doi: 10.1007/s40620-024-02049-9. Epub 2024 Sep 13.
2.Stefani L, Galanti G, Klika R. Clinical Implementation of Exercise Guidelines for Cancer Patients: Adaptation of ACSM’s Guidelines to the Italian Model. Journal of Functional Morphology and Kinesiology. 2017; 2(1):4.
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