“El concepto de «necesidad humana» abarca indiferentemente lo objetivamente necesario y lo superfluo (…) El hombre que se convence a fondo y por completo de que no puede lograr lo que él llama bienestar, por lo menos una aproximación a ello, y que tendría que contentarse con el simple y nudo estar, se suicida. El bienestar y no el estar es la necesidad fundamental para el hombre (…) Las necesidades biológicamente objetivas no son, por sí, necesidades para él. Cuando se encuentra atenido a ellas se niega a satisfacerlas y prefiere sucumbir (…) De donde resulta que hasta lo que es objetivamente necesario sólo lo es para el hombre cuando es referido a la superfluidad. No tiene duda: el hombre es un animal para el cual sólo lo superfluo es necesario (…) La técnica es la producción de lo superfluo (…) El animal es atécnico: se contenta con vivir y con lo objetivamente necesario para el simple existir” (…) “De un lado (está, pues) servir a la vida orgánica, que es adaptación del sujeto al medio, simple estar en la naturaleza. De otro, servir a la buena vida, al bienestar, que implica adaptación del medio a la voluntad del sujeto” (y para eso inventamos la técnica) (Ortega y Gasset[1]).
[1]Ortega y Gasset: “Meditación de la técnica”, Tº 5, pp. 327 a 329.