Decía yo hace ya tres años, con motivo de la aparición del primer número de Actor Aspirante, la serie de Max Vento, que prometía pero que tenía dos debes fundamentales: la caracterización de personajes, excesivamente teatral y tópica, y la gestualidad de su dibujo. Llegada la tercera entrega, no puedo menos que decir que Max Vento no sólo ha saldado sus deudas, sino que las paga con creces, porque Comedia en un acto es ya la obra de un autor sólido y formado, en la que precisamente aquellos “debes” se han transformado en virtudes a destacar y alabar. Juega con trampa, cierto, porque en el fondo Vento ha repetido en sus tres entregas estructura argumental (una obra de teatro que se mezcla con la realidad), pero en su última versión demuestra que es tan sólo un apoyo lógico y lícito en el que poder impulsarse para desarrollar con profundidad la personalidad de sus personajes, a través de unos excelentes diálogos y un desarrollo de situaciones donde lo teatral es ya simplemente parte del argumento. Y, con esa seguridad ya en la mano, Vento aprovecha para que todos aquellos que en las dos anteriores podían chirriar o entrar forzados, aquí fluyan con naturalidad: desde las referencias a los problemas que sufre toda una generación joven para acceder al mercado de trabajo a las reflexiones sobre las relaciones personales pasando por la continua retroalimentación entre realidad y ficción teatral. La aventura de este eterno actor aspirante se conforma ya como una de las sagas más interesantes y recomendables que se están publicando hoy en el tebeo patrio. (3)