Actos de podredumbre en el país más podrido del mundo

 ElConfidencial.com > Deportes > Rubén Rodríguez: “LA ÚLTIMA PENA MÁXIMA EN CONTRA DATABA DEL 30 DE ABRIL DE 2011, EN EL PARTIDO ANTE EL ZARAGOZACasi un año después, al Real Madrid le vuelven a pitar un penalti en contra”. Pero, ojo, que fue por un árbitro extranjero, un español nunca se hubiera atrevido.
Como he dicho ya tantas veces, tengo 83 años y una vida de las más agitadas que se pueden vivir, he prestado mis servicios ante los tribunales, españoles y extranjeros, durante casi 50 años. He pasado horas y horas, noches enteras, rodeado de lo que podríamos llamar la escoria de la sociedad: criminales, ladrones, drogadictos, chulos de putas profesionales, etc., etc.
 Pero la sima de la canallería a la que se está asomando el Real Madrid, RM en lo sucesivo, no la había visto nunca.
 Uno puede profesionalizarse hasta tal punto que incluso cuando mea o caga, en el puñetero trono del wáter, “trabajar”, así, entre comillas, para el club que a uno le paga, pero no hay excusa profesional que sirva para excusar las canalladas.
 La ecuación Real Madrid//Barça es plenamente matemática y, por lo tanto, indiscutibe: El Barça lleva 3 años acumulando una posesión de balón ante cualesquiera de sus rivales del 80 por ciento.
 En el Barça no hay nadie que tire a puerta desde fuera del área, todo lo contrario, sus goles se producen no ya sólo dentro del área grande sino del área chica, en realidad, son un pase más a la red.
 O sea que el Barça permanece un altísimo porcentaje del tiempo en el campo de su rival y su juego se caracteriza por la posesión de la pelota y el regate, circunstancias que obligan a sus contrarios a entrar fuerte para hacerse con el balón.
 Según todas estas indiscutibles premisas, la conclusión sería que el equipo al que más penaltis a favor se señalaran fuera el Barça, tal como ha sucedido en su último encuentro con el Milán, 2, cuando le ha pitado un extranjero.
Pero  no es así, como luego veremos.
 En cambio, el RM, como todos los equipos que ha entrenado Mourinho,  se caracteriza por una defensa que actúa siempre fuera de los límites permitidos, de lo que puede ser paradigmático la manera de jugar de tipos como Pepe y Sergio Ramos. Pues bien, en 30 partidos de liga que ya se llevan jugados AL MADRID NO SE LE HA PITADO TODAVÍA NI UN SOLO PENALTI EN CONTRA, EN CASI UN AÑO. Lo que se dice pronto.
 Eso, sí, al equipo del que todo el mundo alaba sus transiciones vertiginosas, que no elabora nunca el juego en el medio campo, que tira mucho y marca mucho desde fuera del área y que cuando entra en ésta lo hace también vertiginosamente de tal manera que a sus jugadores casi no se les ve, le han pitado ya a favor una cantidad de penaltis tal que la prensa nacional no se atreve a consignar para que Florentino Pérez, el empresario de todas las empresas, no se enfade y le retire su publicidad.
 Así las cosas, ¿cómo es posible que el Madrid acuse al Barça de gozar del favor arbitral?
Hay que tener todo el cinismo del mundo, ha de haberse preestablecido una táctica consistente en presionar siempre a los árbitros mucho más allá de lo tolerable, echándoles encima a las aficiones, (la prensa de hoy nos relata, intentando presionar a estos señores aún más, cómo  Obrevo, árbitro de un Chelsa-Barça, sigue recibiendo amenazas 2 años largos después del partido y es esto precisamente lo que no nos cansamos de denunciar: aquel árbitro que tenga la desgracia de actuar en un partido que no gane el Madrid, debe de solicitar, estoy seguro, protección arbitral para él y para su familia) para, obviando los titulares que hemos transcrito, en los que se reconoce que al Madrid llevan 2 años ya sin pitarle un penalti en contra, salir todos ellos en tromba con Mourinho y su portavoz a la cabeza gritando que el Barça ya está clasificado par la final con lo que lo que se pretende  que el colegidado que arbitre el Chelsea/Barça sea ferozmente contrario a los intereses de éste.
 Vergonzoso, canallesco, y no interviene nadie de los estamentos oficiales, ésos que tienen como finalidad hacer todo lo necesario para preservar la pureza de las competiciones.