Revista Opinión
Fotografía Ministerio de salud de Colombia Penosamente se advierten en la cotidianidad hechos y comportamientos que despiertan el recelo o la sospecha por su carácter anómalo.
Siempre que me refiero al señor Alejandro Gaviria ex decano de economía de la universidad de los Andes y actual ministro de salud, no dejo de rememorar un escrito impropio elaborado por el, en el que abordaba como solución magistral para la bomba pensional, eliminar los derechos adquiridos en este campo para los ciudadanos mayores de 80 años, con la infundada excusa que ya esas personas habían cumplido su ciclo vital; si ante este despropósito Gaviria no tuvo el menor escrúpulo en plantearlo, que podemos esperar ahora de este sujeto cuando en su proyecto de reforma a la salud propone planteamientos igual de magistrales como su idea para los pensionados mayores de 80 años.
Sin duda generan las mayores suspicacias sus desorientadas ideas como lo es pretender que se formen especialistas médicos sin la orientación y dirección de un programa universitario avalado y reconocido por la autoridad educativa o la de remunerar a los médicos generales con bases a metas de cumplimiento, como si la atención de urgencias o de consulta externa fuera un recurso medible en tiempo y a través del número de pacientes evaluados, en símil con objetos construidos como se mide la productividad en cualquier proceso fabril.
Ministro a quien pretende engañar con sus falaces propuestas, y además con los antecedentes fríos y calculadores con los que usted expone ideas que afectan la seguridad y calidad de vida de seres humanos.
De igual forma pretender que las temerarias escuchas e investigaciones realizadas en contra de líderes, ministros, y presidentes en el mundo, por la poderosa agencia nacional de seguridad de Estados Unidos eran desconocidas por su comandante en jefe y por los poderosos comités de seguridad en cámara y senado, es suponer que en ese país hay anarquía y que la NSA funciona como una rueda díscola dentro de la administración federal de esa nación.
Genera mucha desconfianza la perfidia con la que la justicia española ha ido desestimando las injuriosas acciones que involucran al poder ejecutivo de esa nación en cabeza de Mariano Rajoy, en una actividad de pagos y sobre sueldos por favorecer a contratistas, banqueros e industriales con contratos y beneficios ante el estado.
El partido Popular hábilmente en contubernio con los afectados del establecimiento español, han logrado disminuir la presión y el interés de los investigadores o los han desviado por completo, sumergiendo en la oscuridad un episodio de corrupción que avergüenza a toda su sociedad.
En Cali mi ciudad natal, nuestro ineficaz alcalde en confabulación con su secretario de gobierno, encubren el estruendoso fracaso de sus políticas de seguridad; la tasa de homicidios es la mayor del país, permitiendo que alcance niveles como los observados hace 25 años en la época de la guerra entre los carteles del narcotráfico, sin atisbo de solución, con la complaciente mirada del grupo élite que cogobierna en la ciudad, y que no se inmutan ante la calamidad que vivimos el resto de residentes que acobardados tratamos de sobrevivir en una ciudad sin ley; será que no puede el alcalde y su secretario de gobierno plantear medidas eficaces y establecer controles para eliminar las numerosas bandas de fleteros y sicarios, que son el principal azote municipal o su incapacidad tiene otros orígenes, porque ante esta debacle crece la desconfianza de si el alcalde tiene las facultades y está capacitado para solucionar los retos en seguridad que enfrentamos.
Y como siempre simplemente los invito a tomar sus propias reflexiones y conclusiones.