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Actual Play: DeathWatch - El Precio del Orgullo

Publicado el 31 enero 2012 por Oligbert
Resumen de la primera partida de "The Emperor Protects", correspondiente al capítulo I, "El Precio del Orgullo" (The Price of Hubris).
Enjoy...
La cruzada en La Brecha de Jericó sigue adelante y el Imperio, como un pastor preocupado, recorre el espacio devolviendo a los planetas alejados de él a su regazo.
El Kill Team, formado esta vez por el Hermano Argus, marine táctico de los Ángeles Sangrientos; el Hermano Angus, bibliotecario de los Guardianes de la Tormenta; el Hermano Sandorus, marine devastador de los Puños Imperiales; y el Hermano Abraxas, marine táctico de los Puños Carmesíes.
Las negociaciones por traer a Aurum de vuelta al Imperio han fallado y la Inquisidora Quist ha decidido enviar a la DeathWatch en misión diplomática. La poca presencia del Imperio en el planeta Aurum se ha visto amenazada por una serie de desapariciones y crímenes. La última víctima fue la Hermana Rachayel. Así pues, los objetivos de la misión son:
Objetivo primario 1: Descubrir la amenaza que habita en Aurum.
Objetivo primario 2: Destruir la amenaza que habita en Aurum.
Objetivo primario 3: Convencer a los dirigentes de Aurum que se unan al Imperio.

Actual Play: DeathWatch - El Precio del Orgullo

Diplomacia Astarte. Sobran las palabras.

Para viajar a Aurum contarán con la colaboración de Diaz Lan, comerciante y embajador del Imperio en Aurum, expulsado del mismo en circunstancias poco claras.
El Kill Team, liderado por el Hermano Argus y habiendo realizado los votos en honor al Emperador, se dirigen hacia la zona de prácticas militares en clima ártico donde les espera Diaz Lan. Tras una conversación donde obtienen la información necesaria para hacerse una idea de lo que les espera en Aurum, parten hacia la nave del comerciante y, de allí, a Aurum. Durante un mes estarán en la Disformidad, encerrados en una nave que no conocen y con más sorpresas de las que suponen.
Cuando llegan a la nave, y en contra de lo que Diaz Lan esperaba, los marines expresan su deseo de acomodarse en el lugar más espartano de la nave y, a ser posible, todos juntos. Su anfitrión les conduce hacia la bodega donde, para sorpresa del grupo, encuentran unas jaulas a modo de prisión improvisada y, dentro de una de ellas, un prisionero que responde al nombre de Kohl y que, al ver a los marines, cae presa del terror y las lágrimas mientras grita ¡soy inocente, soy inocente!, ¡él me atacó! ¡yo sólo me defendía!.
Tras un interrogatorio tanto a Kohl como a Díaz Lan, descubren que el prisionero ha matado al ingeniero de la nave clavándole su mecadendrita en el ojo derecho, con orificio de salida en la parte posterior de la cabeza. Además, la declaración de Kohl encierra más verdad de lo que parece y los marines, dispuestos a llegar al fondo del asunto antes de que un “inocente” sea entregado al Mechanicus, deciden emprender su propia investigación haciendo oídos sordos a las peticiones de Diaz Lan de dejar los asuntos de su nave para él y su tripulación. No obstante, viendo que los astarte están convencidos de llevar a cabo su empresa, Diaz les propone una apuesta: si ellos pueden demostrar que Kohl es inocente, ganarán un objeto que tenga él; pero si los astarte no pueden demostrar nada en el mes de viaje, él ganará un objeto de los que poseen los astarte.
Durante los siguientes días se mantuvieron alerta, observando a la tripulación, sus actividades y movimientos. Descubrieron que en la nave había cerca de 30 servocráneos dispuestos por la propia Inquisidora Quist para vigilar a Díaz Lan y todo lo que pase en la nave. Los servidores, antaño seres humanos y ahora meras herramientas, obedecían órdenes sencillas: limpiaban, llevaban comida al prisionero y, en resumen, atendían al personal lo mejor que sus sensores les permitían entender.
El Hermano Angus decidió visitar el puente y hablar en persona con Díaz Lan sobre la nave y la tripulación, pero en cuanto entró en la sala fue invitado a salir fuera por la segunda la mando en la nave. Fue un momento fugaz, un segundo en el que vio que algo no iba bien en el puente. Por mucho que se esforzó, no vió al Navegante.
Dispuesto a seguir levantando capas de secretos de la nave, entró en comunión con la Disformidad extendiendo sus dedos por la estructura y buscando a seres afines a ella. Encontró cinco presencias repartidas por la nave y otra más, mucho más fuerte que las anteriores, en el puente. ¿Había un psíquico en la nave? ¿Cómo no se les había informado de ello? ¿Había sido el psíquico el culpable del asesinato del tecno adepto de la nave?.
El nerviosismo cundía entre el Kill Team, seguros de que entre esos muros metálicos se escondía algo más que buenas intenciones y una decoración recargada.
En medio de sus divagaciones entró un servidor para entregar la ración diaria de comida al prisionero, momento que aprovecharon para ordenar al servidor que les llevase hasta las dependencias del ingeniero fallecido. Decidieron separarse y vigilar a Kohl, así que Abraxas y Argus se quedaron en la bodega dejando a Angus y Sandorus con el servidor.
Tras mucho andar por la nave, el servidor les llevó a una especie de taller donde el ingeniero tenía sus herramientas, sus libros, planos e informes de la nave. Estuvieron registrando la habitación durante varios minutos hasta que, escondido detrás de unos grandes volúmenes, aparecieron unas notas marcadas con la estrella de ocho puntas.
Lo que siguió a continuación sólo puede traducirse como caótico. Los servidores comenzaron a gritar y a atacar a las tripulación mediante unas cuchillas que aparecieron en su carne. Los marines comenzaron a disparar y golpear con sus espadas sierra a los engendros antaño humanos, reduciendo a casi pulpa a los servidores en poco tiempo. Pero cuando todo parecía terminado, los cadáveres de los servidores comenzaron a brillar con una luz verde enfermiza. Sus cuerpos se contorsionaban mientras sus miembros mutaban y se retorcían. El símbolo del caos brillaba orgulloso en el pecho de las criaturas que, con una impía vida renovada, se lanzaron a por sus enemigos.
La batalla fue larga y cruenta. Los bólter cantaban, las espadas chillaban y la disformidad golpeaba a las criaturas mientras sus cuchillas buscaban ávidas la carne de los marines. El Hermano Argus se dejó cegar por su Rabia Negra, pero todo esfuerzo fue fútil contra un enemigo que casi le hace morder el polvo. Afortunadamente el Emperador guarda a sus hijos y guía sus proyectiles en la batalla, y la criatura del caos no duró mucho más que sus impíos hermanos.
Tras terminar con sus enemigos y ayudar con los heridos y su transporte a la enfermería, los marines se reunieron con Díaz Lan en su camarote. La reunión fue tensa y sorprendente. Los secretos de la tripulación de Lan eran más de los que pudieron imaginar los marines en algún momento: un psíquico no sancionado, objetos prohibidos por el Ordo Xenos e incluso un ataúd de valor incalculable con inscripciones que relataban las hazañas de una legión de gigantes y su control sobre los poderes del universo.
El resto del viaje fue relativamente tranquilo. Tras indicar a Lan que la Inquisidora Quist sería informada de todo eso, y habiendo liberado a Kohl de su prisión, emplearon a los servocráneos para investigar a los servidores corruptos mientras ellos consultaban las notas del tecno adepto. Los servocráneos tuvieron más suerte que los astarte y descubrieron un código corrupto que activaba a los servidores en caso de que el tecno adepto o algo llamado “la misión” estuviera en problemas o fuera descubierto.
Lo poco que pudieron descubrir los astarte fue que el auténtico ingeniero murió hace tiempo, siendo suplantado por el tecno adepto que murió. Los informes de sus actividades estaban escritos de forma confusa para alguien que no supiera de qué estaban hablando, pero de forma bastante clara para quien iba dirigido.
Por fín, tras un mes bastante complicado dentro de “El Orgullo del Horizonte”, salieron de la disformidad y se encontraron en la órbita de Aurum, el planeta dorado.
Actual Play: DeathWatch - El Precio del Orgullo

Tras mi primera partida como Director de Juego de DeathWatch, he de reconocer que la experiencia me ha gustado, aunque sigo prefiriendo el Ordo Malleus, y a los Caballeros Grises, que al Ordo Xenos.
Aun así, la mayor pega de DeathWatch la veo a la hora de gastar las requisas de la misión. Para el que no sepa como va el sistema, cada misión posee una serie de puntos de requisas en función de los objetivos que tenga y de la dificultad de los mismos. Esos puntos deben emplearlos en obtener equipo para la misión, siempre bajo el criterio del jugador. El equipo disponible depende del rango que posean los personajes. Esto viene a ser como si antes de cada partida de D&D los personajes tuvieran que gastar tantas monedas de oro como la dificultad del dungeon en el que se fueran a meter.
La primera vez que jugamos a DeathWatch se nos fue cerca de hora y media eligiendo las requisas. Ayer fue 1h45m para subir 750 puntos en mejoras y gastar 55 puntos en requisas. Y esto con personajes de rango 1. Cuando lleguemos a rangos que nos permitan un abanico más amplio de armamento, o quedamos un día antes o no sé yo cómo lo vamos a hacer, y no veo una solución sencilla pues el equipo y el armamento es recomendable que se decida entre todos los miembros del Kill Team, sobre todo para equilibrar la potencia de fuego del propio Kill Team y llevar objetos que les puedan ayudar en las diferentes situaciones que se encuentren, y además para que algunos miembros puedan usar los puntos de requisas que otros no gasten.
Esto, como digo, es de las pocas pegas que el veo al sistema, que por otro lado ha ido como la seda y se ve muy mejorado respecto a Dark Heresy.
A ver si no tardamos mucho en seguir con la partida y con el resto de la campaña.

Actual Play: DeathWatch - El Precio del Orgullo

Psíquicos no sancionados. Poderes del Caos. Disformidad. Bienvenidos a 41 Milenio.



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