En éste post quiero hablar sobre las actualizaciones de los teléfonos móviles.
Todo el mundo se emociona al comprarse un teléfono móvil nuevo. Que guay, lo último en hardware y software. Pero pasa el tiempo, y claro, van saliendo cosas nuevas. Resulta que nuestro teléfono con iOS o Android viene con una versión tal, y unos meses mas tarde resulta que sale una actualización de software. Nos animamos y actualizamos.
Aunque hay un pero. Mas bien dos, uno común a iOS y a Android, y otro que afecta a Android.
El primer pero reside en la obsolencia: podrías actualizar, pero hasta cierto punto. Porque llega un momento en el que el hardware de nuestro teléfono móvil no es capaz de cubrir las exigencias del nuevo software. Si estas cómodo con el software que ya tienes, en principio no has de tener problemas. Pero te faltan nuevas funcionalidades y lo más importante: las mejoras de seguridad.
El segundo pero viene de parte de Android. AVISO: ésto es más culpa de los fabricantes y sobre todo de compañías de teléfono más que de Android en sí. Y el problema reside en la obsolencia programada. Tienes un teléfono con Android 5, y te sale aviso de que se puede actualizar al 6. Chachi piruli, si sale la actualización, es porque el teléfono lo soporta. Lo instalas y todo parece correcto. Pero en algún momento el teléfono peta. Solución: o reviertes la actualización y te aguantas con el Android 5, o jubilas el móvil y te compras uno que venga con el 6. Algo así me pasó con un Samsung Galaxy Young hace unos años.
Así que mi conclusión es que las actualizaciones del teléfono móvil compensan hasta cierto punto.